Las montoneras
Por Rolando Zelaya y Ferrera
Uno de los fenómenos políticos que más ha impactado a Honduras,
con el consecuente daño a la economía y a la sociedad, son las
montoneras, mas conocidas como guerras civiles. ¿A que se debió este
fenómeno?
Es más que notorio el hecho de que 300 años de dominación española
provocaron un falso sentido de libertad después de la independencia y de
que desapareció el orden jurídico español en el que el funcionario no
era más que una pieza aplicadora de la ley, pues nada se creó para
sustituirlo. Falta entonces una instancia suprema, despersonalizada y
respetada: una institución de derecho.
Prueba de lo anterior puede verse cuando, el 30 de junio de 1826, la
Asamblea del Estado de Honduras se vio obligada a ordenar la ejecución
de todas las leyes en vigor y aplicar a los contraventores las penas
establecidas, pero era difícil para el ciudadano común saber qué hacer
bajo la ley cuando se ignoraba hasta qué punto el viejo cuerpo legal
español continuaba vigente, ya que se daban por abrogadas muchas de
estas leyes y no se habían emitido nuevas disposiciones que las
sustituyeran. Al no aplicarse las leyes surge una severa crisis de
autoridad, lo único que queda son las personas, y Centroamérica se
despeña en el principio del personalismo (1).
Quizás por esta razón es que los partidos políticos tardaran más de
60 años en aparecer en la vida pública de las naciones latinoamericanas,
en especial en Honduras. El escritor Julio Icaza Tijerino ha estudiado
el fenómeno de la mentalidad personalista y su incidencia negativa en la
nacionalidad, y afirma que “este personalismo es esencial en los
pueblos hispanoamericanos… No cabe para él, pues, la existencia de un
partido o del Estado como una asociación de ciudadanos. El partido no es
sino una asociación de amigos alrededor de uno de ellos o de
determinados intereses y sigue siéndolo cuando se apodera del Estado y
se convierte en gobierno.
El gobierno es así: el gobierno de los amigos para ayudar a los
amigos. Por la misma razón, el partido contrario es la asociación de los
enemigos y cuando está en el poder, es el gobierno enemigo. Así se
explica el encono de las luchas políticas entre partidos, cuyas
diferencias ideológicas son mínimas y, de hecho, inexistentes para la
inmensa mayoría de partidarios, que nunca han leído la declaración de
principios del partido”(2).
De aquí que los partidos políticos y las naciones iberoamericanas, y
las centroamericanas en particular, se organicen en torno a figuras
populares que inspiran la marcha del país y de una política. En este
sentido, los partidos políticos dejan de ser instituciones que promueven
a sus candidatos para ejecutar un plan de nación propuesto por el
partido, sino al contrario, son organizaciones que pasan por varios
dueños que, por lo general, son los mismos candidatos presidenciales
utilizando la etiqueta del partido para lograr sus objetivos personales o
de grupo; por ello, los candidatos se presentan como mesías escogidos
que son los únicos con las habilidades y capacidades de sacar adelante
un país. Hay que sumar a esto que, al ganar las elecciones, el
personalismo se convierte en presidencialismo, el asumir que el Estado
es la persona que ejerce la presidencia y por ende los que estén en
contra de él, están en contra del Estado.
La otra instancia es el problema de la elasticidad moral, que podemos
ver claramente manifestada en las relaciones sociales públicas entre
los políticos. El prestigio de un político no es producto de hechos
honrosos o los servicios prestados a la patria porque simplemente no
existe la meritocracia. El prestigio más bien es producto de la
capacidad de influenciar a las masas, de la fuerza de arrastre popular.
El político puede haber cometido muchos crímenes y muchos errores
políticos, pero tiene prestigio si puede, en un momento dado, arrastrar a
la elección o a la revolución a una masa más o menos grande de pueblo
que le sigue incondicionalmente. La adhesión política de sus partidarios
es totalmente personal y éste es el sentido de la incondicionalidad:
cuando se asegura que alguien o él mismo se afirma como alguien
incondicional, ya sea hacia el jefe o caudillo del partido, sin atención
a ideologías o tendencias doctrinarias. Esto permite que el caudillo o
dictador pueda cambiar de idea o de bandera política sin que esto sea
razón para que sus partidarios lo abandonen (3). Todo lo anterior nos
explica fácilmente la ausencia de partidos políticos como instituciones y
la facilidad de caer en montoneras durante más de cien años en
Honduras, así como el porqué a pesar de haber surgido a la mitad de esos
cien años las instituciones políticas, continúan arrastrando durante su
período de inmadurez, los mismos vicios del pasado casi 50 años más.
Los enfrentamientos armados para lograr el reconocimiento del poder
político o imponer candidatos presidenciales o burlar la voluntad del
pueblo han sido una verdadera tragedia para Honduras. No hay un estudio
completo del impacto económico del costo social y económico de las
montoneras en Honduras, aunque históricamente sí puede afirmarse que
costó al país más de un siglo de retraso en su desarrollo económico y en
su proyecto de construcción de nación.
Hay quienes les llaman guerras civiles, pero una guerra civil tiene
carácter nacional, sus objetivos persiguen como resultado el bienestar
común y el desarrollo de la nación. En el caso de las montoneras, los
líderes procuran ser presidentes por una ambición personal, usando un
ejército personal compuesto, en la mayoría de los casos, por peones y
gamonales de sus haciendas y las de sus amigos y partidarios o por
desempleados de las ciudades que esperan mejorar su situación al ganar
el líder la rebelión. Hubo quienes se vieron involucrados como soldados
en las montoneras con la única esperanza de obtener una beca de estudio
con el gobierno o, como afirma Gonzalo Luque, porque era el único
trabajo disponible en la Honduras de aquellos días.
Es de lamentar que no recordamos los nombres de los muertos en estas
estúpidas contiendas político-bélicas; el pueblo “sin historia” (como
les llamaría el buen amigo Mario Argueta) nunca deja nombres de sus
verdaderos mártires, todos mueren en el anonimato; sin embargo todos
recordamos los nombres de Tiburcio Carías, Vicente Tosta, Manuel
Bonilla, Policarpo Bonilla, Gregorio Ferrera, Rafael López Gutiérrez y
otros tantos más líderes por cuyas “causas políticas” se levantaron
banderas de lucha, aprovechándose de un pueblo sin oportunidades, sin
educación y por ende sin madurez política.
Para brindar un panorama general, pero inconcluso, de los
levantamientos armados durante 1827 hasta la agresión salvadoreña del 14
de julio de 1969, señalamos a continuación los más importantes(4).
Citas:
1 Mariñas otero, Luis. Honduras, (Col. Realidad Nacional), Núm. 6, Editorial Universitaria, 1987, p. 287.
2 Icaza Tijerino, Julio. Sociología de la política hispanoamericana, pp. 27-28, Madrid, 1950.
3 Icaza Tijerino, Op. Cit., pp. 180-181.
4 Recuento tomado de la Enciclopedia Multimedia Honduras Nuestro País, SIGA Computación, 2000 Derechos Reservados
Lo felicito estimado; me gusta su perspectiva y conclusiones respecto a todos eso años que nuestro País sufrió por estas batallas energúmenas y sin beneficio alguno, mas que el de unos cuantos hombres que convencían a la "Indiada" bruta de aquella época (que poco ha cambiado hoy en día supongo). Desde un punto de vista objetivo resulta triste como se ha venido forjando nuestra historia, y no cabe la menor duda una de las causas principales de todo este atraso que hoy sufrimos, son estas "animaladas" mal llamadas guerras civiles como usted lo describió.
ResponderEliminar... Parece que en pleno siglo XXI la Historia se repite, ahora en escenarios diferentes pero igual convencen a la indiada, antes, despues de " tomar " una plaza, ciudad o pueblo, la tropa o sea la indiada, quedaba en libertad de saquear, violar mujeres y todo tipo de fechorías, ese era el premio o sueldo de la tropa. Ahora el pillaje es diferente, destrucción de propiedad pública y privada, quema de llantas y saqueo a tiendas. La coincidencia entre el ayer y hoy es que los artífices de éste vandalismo siempre son "líderes" políticos. La indiada, borregos ayer y borregos ahora, parece que mañana seguiremos lo mismo.... BORREGOS arreados por cochinos políticos.
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