Las cabañuelas, conocimiento empírico del clima
Por Rolando Zelaya y Ferrera
Según algunos
diccionarios, las cabañuelas son el
cálculo que hace la gente de los pueblos, con base en las características
climáticas que se presentan en ciertos días de determinados meses, según el
país y sus costumbres, para pronosticar el clima del año en curso. Según
parece, la palabra "cabañuelas" proviene de la festividad judaica de
los Tabernáculos. En un documento de 1020 de Toledo se menciona que los judíos
colgaban cien cabañuelas en su barrio en memoria de los años que pasó el pueblo
judío vagando por el desierto del Sinaí. Como en esta festividad judía se
realizan ritos referentes a la predicción meteorológica, el término de
cabañuelas adoptó en castellano ese significado.
Es difícil
establecer con exactitud los orígenes de esta tradición, pero se cree que
surgió en el Zamuc, o “Fiesta de las Suertes”, del calendario babilónico, cuya
versión hebrea sería la “Fiesta de los Tabernáculos”. En la India también
tenían doce días en la mitad del invierno para vaticinar las condiciones
climáticas próximas. Para el mundo prehispánico se cree que los aztecas
adoptaron de los mayas este conocimiento (el cual se adaptó al calendario
cristiano). Como en ambos casos sus calendarios constaban de 18 meses de veinte
días cada uno –más cinco días adicionales que no entraban en los meses–, los
primeros 18 días de enero servían para cada uno de los meses y los dos días
restantes predecían otros fenómenos: el 19 para pronosticar el tiempo del
solsticio de verano y el 20 para el solsticio de invierno. En cuanto a otros
grupos de Mesoamérica y Aridoamérica, al parecer nada se ha escrito al
respecto, aunque podría suponerse que también tuvieron un sistema similar.
Aparte de las
diversas maneras de pronosticar las condiciones meteorológicas, como por
ejemplo los remolinos de tierra, las “casas” en la Luna o en el Sol, las
hormigas con alas, los eclipses, y otros fenómenos, en las pequeñas ciudades
las cabañuelas son parte del conocimiento empírico del tiempo, para lo cual la
gente se basa en todos los días del primer mes del año y con ello vaticinan las
condiciones para los próximos 334 días; es una auténtica
sabiduría oral. Por citar un ejemplo, tenemos que si el día 9
de enero es nublado, templado y lluvioso, entonces alguien dice: “Ah, es que
estamos en la cabañuela de septiembre”. Luego, al día siguiente, las
particularidades climatológicas pueden ser de cielo despejado, con viento y
algo frío. “Bueno, explican, es que ahora estamos en la cabañuela de octubre”.
Como se
mencionó, dicho conocimiento es básicamente oral
–aparentemente no hay nada escrito al respecto para Mesoamérica, aunque sí hay
varios sitios de Internet que hablan de ello sobre España y otros países–, sin
embargo, es un sistema que parece ser bastante complejo, como explicamos a
continuación:
Primero hay que
llevar una bitácora detallada del comportamiento meteorológico de cada día de
enero, donde se anoten los datos pertinentes. Utilicemos el día 6 como ejemplo,
el cual corresponde al mes de junio. Así que desde temprano observamos el
cielo, el viento y la temperatura. El resultado nos daría algo como lo
siguiente: soleado, sin viento y caluroso. (Por supuesto que estos datos son
relativos porque a lo largo del día puede haber variaciones relevantes como:
primero fresco y luego caliente, así como primero nublado y después soleado.
Por ello es mejor tomar una media, es decir, qué predominó más horas durante el
día.)
Entonces, cada
día tiene un mes que se le atribuye de manera sistemática (del 1 al 12 es
ascendente y del 13 al 24 descendente).
Después tenemos
que del día 25 al 30 se toman por medio día para cada mes;
desde la madrugada hasta el mediodía, la tarde y noche.
Finalmente
tenemos al día 31 con sus 24 horas. En este caso cada dos horas son
asignadas a cada mes, a partir de la madrugada.
Y bien, ya
tenemos todos los días y sus horas correspondientes a cada mes del año. Si
volvemos a nuestro ejemplo original, que es el mes de junio, sabemos que sus
días son el 6, el 19, la tarde y noche del 27, y las horas de las 12:00 a la
1:59 de la tarde del día 31.
El sistema
parece complicado, pero la verdad es cuestión de ser pacientes y observar con
detalle todos y cada uno de los días, realizar las anotaciones adecuadas,
analizar y comparar todos los datos obtenidos para luego sacar las conclusiones
de cómo será el clima en tal o cual mes del año. Así, con mucha anticipación ya
sabremos cuándo lloverá, qué meses serán muy calientes, cuáles serán fríos, cuándo
habrá heladas, y demás, sin necesidad de estar pendientes de los pronósticos
del tiempo en la televisión, los cuales, son poco confiables debido a que
manejan datos muy globales y temperaturas máximas y mínimas en los extremos
para asegurar “poco margen de error”.
Queda asentado
–aun en el inconsciente colectivo–, que el conocimiento popular suele ser muy
certero, pues con base en la observación ancestral y cotidiana de los fenómenos
naturales, del comportamiento de los animales, del desarrollo de la vegetación
e, incluso, de las dolencias repentinas de nuestro propio cuerpo, llegamos a
descubrir otros acontecimientos del entorno, aunque se diga que tal
conocimiento ya se ha perdido.
Finalmente
reiteramos que las cabañuelas son, una costumbre oral que se recuerda al
momento y sólo durante el mes de enero, pues en realidad poca gente se toma la
molestia de hacer anotaciones metódicamente.
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