Dominicales 1 mayo, 2011
El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la
fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial. Desde su
establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día
festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero
Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es
una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de
Chicago.
Estos sindicalistas anarquistas fueron
ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de
lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que
tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto
álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket.
En la actualidad es una fiesta
reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general,
se celebra en muchos de los países. Llamativamente, en los Estados
Unidos no se celebra esta conmemoración. En su lugar se celebra el Labor
Day el primer lunes de septiembre desde 1882 en un desfile realizado en
Nueva York y organizado por la Noble Orden de los Caballeros del
Trabajo (Knights of Labor, en inglés). El presidente Grover Cleveland,
auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo
reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos.
La historia
Los hechos que dieron lugar a esta
celebración están contextualizados en los albores de la revolución
industrial en los Estados Unidos. A fines del siglo XIX Chicago era la
segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. Del oeste y del sudeste
llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados,
creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles
de trabajadores. Además, estos centros urbanos acogieron a emigrantes
venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
La reivindicación de la jornada laboral de 8 horas de trabajo
Una de las reivindicaciones básicas de
los trabajadores era la jornada de 8 horas. El hacer valer la máxima:
«ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para
la casa». En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se
formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la
jornada de ocho horas. Anteriormente existía una ley que prohibía
trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal
necesidad, cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que
hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18
horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
La mayoría de los obreros estaban
afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, pero tenía más
preponderancia la American Federation of Labor (Federación
Estadounidense del Trabajo), inicialmente socialista (algunas fuentes
señalan el origen anarquista). En su cuarto congreso, realizado el 17 de
octubre de 1884, ésta había resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la
duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas,
yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación y
recomendándose a todas las uniones sindicales que tratasen de hacer
promulgar leyes en ese sentido en sus jurisdicciones. Esta resolución
despertó el interés de las organizaciones, que veían la posibilidad de
obtener mayor cantidad de puestos de trabajo con la jornada de ocho
horas, reduciendo el paro.
En 1886, el presidente Andrew Johnson
promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho
horas. Al poco tiempo, diecinueve estados sancionaron leyes con jornadas
máximas de ocho y diez horas (aunque siempre con cláusulas que
permitían aumentarlas a entre 14 y 18 horas). Aun así, debido a la falta
de cumplimiento de la Ley Ingersoll, las organizaciones laborales y
sindicales de EE.UU. se movilizaron. La prensa calificaba el movimiento
como «indignante e irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas»,
y manifestando que era «lo mismo que pedir que se pague un salario sin
cumplir ninguna hora de trabajo».
La convocatoria de huelga
La “Noble Orden de los Caballeros del
Trabajo” (la principal organización de trabajadores en EE.UU.) remitió
una circular a todas las organizaciones adheridas donde manifestaba:
«Ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1° de
mayo ya que no hemos dado ninguna orden al respecto». Este comunicado
fue rechazado de plano por todos los trabajadores de EE.UU. y Canadá,
quienes repudiaron a los dirigentes de la Noble Orden por traidores al
movimiento obrero.
En la prensa del día anterior a la
huelga, el 29 de abril de 1886, se podía leer: «Además de las ocho
horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más
locos anarco-socialistas». El New York Times decía: «Las huelgas para
obligar al cumplimiento de las ocho horas pueden hacer mucho para
paralizar nuestra industria, disminuir el comercio y frenar la
renaciente prosperidad de nuestra nación, pero no lograrán su objetivo».
El Filadelfia Telegram decía: «El elemento laboral ha sido picado por
una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate: piensa
precisamente en estos momentos en iniciar una huelga por el logro del
sistema de ocho horas». El Indianápolis Journal decía: «Los desfiles
callejeros, las banderas rojas, las fogosas arengas de truhanes y
demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos pero engañados,
las huelgas y amenazas de violencia, señalan la iniciación del
movimiento».
El día 1 de mayo, la huelga
El 1° de mayo de 1886, 200.000
trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200.000 obtenían esa
conquista con la simple amenaza de paro.
En Chicago donde las condiciones de los
trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país las
movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo. La única fábrica que
trabajaba era la fábrica de maquinaria agrícola McCormik que estaba en
huelga desde el 16 de febrero porque querían descontar a los obreros una
cantidad para la construcción de una iglesia. La producción se mantenía
a base de esquiroles. El día 2 la policía había disuelto violentamente
una manifestación de más de 50.000 personas y el día 3 se celebraba una
concentración en frente sus puertas, cuando estaba en la tribuna el
anarquista August Spies sonó la sirena de salida de un turno de
rompehuelgas. Los concentrados se lanzaron sobre los scabs (amarillos)
comenzando una pelea campal. Una compañía de policías, sin aviso alguno,
procedió a disparar a quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y
varias decenas de heridos.
El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer
corrió a su periódico donde redacta una proclama (que luego se
utilizaría como principal prueba acusatoria en el juicio que le llevó a
la horca) imprimiendo 25.000 octavillas. La proclama terminaba
convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las
cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del
alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en el parque Haymarket.
Los hechos que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.
Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 personas que
fueron reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo
estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La
policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número
desconocido de obreros.
Se declaró el estado de sitio y el toque
de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y
torturados, acusados del asesinato del policía. La Prensa reclamaba un
juicio sumario por parte de la Corte Suprema, y responsabilizando a ocho
anarquistas y a todas las figuras prominentes del movimiento obrero.
El 21 de junio de 1886, se inició la
causa contra 31 responsables, que luego quedaron en 8. Las
irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las normas
procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de
juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos
fueron condenados a prisión y cinco a la horca.
El Crimen de Chicago costó la vida de
muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto,
pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de
bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos, españoles,
alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.
Consecución de la jornada laboral de ocho horas
A finales de mayo de 1886 varios
sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios
centenares de miles de obreros. El éxito fue tal, que la Federación de
Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras:
«Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan
general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la
jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a
las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido
indiferentes a la agitación sindical».
La consecución de la jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial.
1 de Mayo en Honduras
Entre el 1ro y el 2 de mayo de 1954, los
trabajadores bananeros de Honduras se fueron a una huelga que, después
de un semana, cubriría el país en un gran alzamiento que involucraría a
casi la totalidad de los trabajadores del país. Hay que recordar lo que
eran los monopolios bananeros que, como la Unidad Fruit Co. y la
Standard Fruit Co., no sólo dominaban la economía de Honduras y el
Caribe, sino que eran un “Estado dentro del Estado”, ponían y quitaban
presidentes, controlaban el Congreso Nacional, y las leyes estaban a su
servicio. Los trabajadores sufrían una explotación sin limites, no
gozaban de ningún derecho laboral o social. El país estaba sometido
desde hacia 25 años a una terrible dictadura que no permitía libertades
políticas y no habían elecciones.
Los sindicatos y toda organización
social habían sido disueltos al nomás llegar al poder político de
Honduras el general Tiburcio Carias Andino. Lo mismo acontecía con los
partidos políticos, en particular el Partido Comunista de Honduras de
gran influencia entre los trabajadores bananeros. 1932 marca el inicio
de esta dictadura.En 1948 se organizan en un partido político, el
Partido Demócrata Revolucionario Hondureño (PDRH) que el 10 de abril de
1954 daría origen a la reorganización del Partido Comunista de Honduras
(PCH), y aparecen embriones de organizaciones sindicales como el Comité
Coordinador Obrero (CCO) que al ser reprimido por Gálvez se
transformaría en Comité de Unidad Sindical (CUS) y luego en Comité de
Lucha Obrera (CLO).
El PDRH y el PCH, así como el CCO, el
CUS y el CLO se dan a la tarea de organizar en las ciudades principales:
Tegucigalpa, San Pedro Sula, Progreso, Puerto Cortés, La Lima, Tela y
Ceiba, unos “círculos de estudio” del partido político y otras pequeñas
organizaciones sindicales. Estas agrupaciones en los campos de trabajo
de los obreros bananeros eran clandestinas. Los “círculos” educaban a
los trabajadores en literatura política y los defendían de los desmanes
de las compañías bananeras, exigían horarios de 8 horas de trabajo,
seguridad social, pago de días festivos. Esta labor se realizaba desde
los años 1945, era un trabajo riesgoso, clandestino, lento, se le
llamaba “trabajo de hormiga”.
Para 1953, en Honduras se presentaban
dos coyunturas favorables a las luchas de los trabajadores. Por un lado,
las compañías bananeras, para salir de una crisis en el cultivo y
exportación del banano, estaban reorganizando las formas de trabajo y de
pago: se cambiaban las jornadas de trabajo, se rebajaban los salarios,
se acentuaba la explotación. Al mismo tiempo, el país entraba en un año
electoral. Para octubre de 1954, se debería de convocar a elecciones de
Presidente. La lucha política y por reivindicaciones económicas se
agudizó. Por un lado los trabajadores pedían salarios, un código de
trabajo, seguridad social, y el pueblo en general pedía “elecciones
libres”.
En abril de 1954, se dan dos protestas
que serían como un “embrión” de la huelga. En Tela, Atlántida y Puerto
Cortés, dos puertos de la costa atlántica de Honduras y que eran lugares
de embarque del banano de la United Fruit Co., a los trabajadores se
les obliga a cargar los barcos sin pagarles como trabajo doble, sin
reparar que era domingo día de descanso. Los trabajadores se niegan y
hacen un paro, el gobierno interviene y manda soldados, y mientras se
firma una acta de suspensión del paro, y los juzgados conocen del caso.
Por otro lado, el CCO y el PCH convocan a
los trabajadores bananeros a la ciudad de Progreso a celebrar el
primero de mayo que estaba prohibido por el gobierno. Los trabajadores
presentan también a la compañía un pliego de peticiones protestando por
el cambio en el modo de trabajar y de pagar el salario. Los trabajadores
acuden al llamado, se realiza una manifestación de protesta. Los
trabajadores deciden irse a una huelga ante la negativa de la empresa a
sus reclamos. Miles se incorporan a la huelga el 3 de mayo, se paralizan
Tela, Batan, Progreso, después se agregaría Puerto Cortés y la Lima.
Lo que habían hecho los comunistas
durante casi diez años, con su labor educadora y organizadora, a través
de sus “células” y la difusión de sus periódicos “Vanguardia
Revolucionaria” y “Voz Obrera” se estaba realizando: parar los desmanes
de las bananeras con una huelga nunca vista en Honduras desde 1932. Lo
objetivo, lo consciente, lo espontáneo y lo planeado, encontraron en
1954 las condiciones para realizar la huelga.
Ya para el 5 de mayo, la huelga se expandió al otro monopolio bananero, la Standart Fruit Co. con sede en el Puerto de la Ceiba. En junio la huelga se extendió a las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa, se paralizaron fábricas, aserraderos, ingenios de azúcar y minas. Era un alzamiento popular, ya de todo el país. En la ciudad del Progreso se formó un Comité Central de Huelga encabezado por Cesar Augusto Coto. Mientras en la Lima empezaron a surgir la intervención de los bananeros y el gobierno, al quedar en ese sector el maestro Manuel de Jesús Valencia, dirigente de formación anticomunista. Los bananeros lograron también aplacar a los de Ceiba y firmaron un acuerdo de regreso a las labores. Mientras con los obreros de Progreso se inició una negociación y a la vez una labor de represión.
En el Progreso, los trabajadores
formaron un “pequeño gobierno” , Los trabajadores formaron comités de
apoyo, de vigilancia y la ciudad empezó a ser dirigida por los obreros
en huelga. Para el 5 de junio, la United Fruit Co., con el auxilio del
gobierno y de traidores, reprime y organiza otro Comité Central de
Huelga. Son encarcelados por “comunistas” Cesar Augusto Coto y otros, la
represión se extendió a otras ciudades. El gobierno de Gálvez en ese
momento se había aliado con el gobierno estadounidense para invadir a
Guatemala y no querían tener el “patio trasero” con un problema como era
ese alzamiento popular. La guerra fría hacía sentir su garra en
Honduras.
El 9 de julio, se logra terminar la
huelga firmando un acta que no cumplía con lo que los huelguistas
querían. Pero aún con la represión y la traición, la huelga logra, en lo
general, sus objetivos. El Partido Nacional en el poder entra en crisis
y le es imposible seguir gobernando, aún imponiendo una dictadura con
Julio Lozano Díaz que sustituye a Gálvez que se retiró “por enfermedad”,
después vendría un golpe militar reformista y convoca a elecciones que
les gana a la oposición con Villeda Morales.
Fuentes:
1. Erazo Peña, Tomas y Hernández Reyes, Bernas Gustavo; “Honduras: 50 años del alzamiento popular de 1954”, en su versión electrónica en http://www.monografias.com/trabajos15/alzamiento-honduras/alzamiento-honduras.shtml
1. Erazo Peña, Tomas y Hernández Reyes, Bernas Gustavo; “Honduras: 50 años del alzamiento popular de 1954”, en su versión electrónica en http://www.monografias.com/trabajos15/alzamiento-honduras/alzamiento-honduras.shtml
2. Zelaya y Ferrera, Rolando, “La Huelga Bananera” en Historia de Honduras, Editorial Pearson, México, 2005.
3. “Día Internacional de los
Trabajadores” en su versión electrónica en
http://lacomunidad.elpais.com/benedito/2009/5/1/intento-seguir-pie-1-120-anos-del-primero-mayo
Intento seguir de pie: 120 años del Primero de Mayo Escrito por: Josep
Joaquím Planells Benedito el 01 May 2009 – URL Permanente El País.com La
comunidad.
4. Argueta, Mario y Quiñonez, Edgardo; “La Huelga del ‘54” en Historia de Honduras, Editorial ESP, Tegucigalpa, 1979.
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