LA ESTATUA DE MORAZÁN
Quienes transitan por la plaza Central y se detienen a
observar la estatua ecuestre del prócer unionista Francisco Morazán, no se
imaginan la disputa que encierra en cuanto a su veracidad.
Un 27 de agosto de
1882, el gobierno que presidía Marco Aurelio Soto determinó dejar un legado de
obras escultóricas en la ciudad que, aparte de embellecerla, se convirtieran en
el tributo que la patria le hiciera a sus ilustres hombres. A parte de la
estatua en bronce del paladín destacaba la de José Cecilio del Valle, los
bustos de José Trinidad Cabañas y José Trinidad Reyes y el grupo de las Cuatro
Estaciones. En sí el monumento de Francisco Morazán fue erigido en 1883, pero
fue gracias a que el 27 de agosto de 1882 se realizó la contrata firmada por
Ramón Rosa para estas obras, en las que se invirtieron 32 mil pesos
centroamericanos”, manifestó Carlos Turcios, director del Museo Casa de
Morazán. La fecha es un motivo de celebración y este recinto para festejar este
acontecimiento ofrecerá una conferencia sobre el tema. Se informó que la
exposición se hará este próximo miércoles y estará a cargo del historiador
Rafael Leiva Vivas, quien se ha encargado de desvirtuar en base a hechos las
dudas de que la estatua que luce en la plaza central pertenece al prócer.
LEYENDA NEGRA: Convertida
en especie de leyenda negra, Gabriel García Márquez repitió el falso argumento
de los enemigos de Morazán. Con su delirio de la palabra mágica y resaltando
los misterios de la imaginación relató que “el monumento al general Francisco
Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua
del mariscal Ney, comprada en París en un depósito de esculturas usadas”.
William Krehm, hablando de las desdichas de Honduras, retorció los hechos para
situar el origen de la estatua entre la tragedia y la comicidad. Aseguró que
“la estatua de Morazán, en la plaza de Tegucigalpa, donde la banda toca los
domingos por la noche, no es realmente Morazán, como la inscripción lo indica,
sino -cosa extraña- el mariscal Ney. La comisión enviada a Europa en el siglo XIX
para encargar una estatua de Morazán fue
consumiendo sus fondos, y se vio reducida a comprar, a bajo precio, una figura
ecuestre del mariscal, fundida para una ciudad francesa que luego no quiso
aceptarla”.
Con los años esta fantasía fue tomando la forma
de una verdad hipotética y se ha venido repitiendo con desaprensión y colmo del
ridículo, sólo comparable a la falsa identidad que se atribuye a los pueblos
centroamericanos y el deseo exhibicionista de comparar la realidad con la
caricatura. Rafael Leiva Vivas, autor del libro “La Estatua de Morazán”, del
cual han sido sustraídos los datos que transcribimos, verificó la autenticidad
de la estatua, y explicó a LA TRIBUNA que encontrar la información le llevó
cerca de dos años, en los archivos diplomáticos de Paris. “No hay duda”,
aseguró. Visitó la Asociación de Escultores, en las afueras de Francia. para
consultarles si era posible que un escudo pudiera ser borrado o retirado y
sustituirlo por otro, refiriendose al Escudo de Armas de la República que
aparece en uno de los costados de la éscultura. “Ellos me dijeron que
técnicamente era imposible”, afirmó Leiva Vivas, apuntando que existe otro
detalle importante que asegura su autenticidad. “Al pie de la estatua está
esculpido un cactus y esta planta no existe en Europa”, apuntó el investigador
que tuvo en sus manos el libro donde se registra la orden que el escultor dio al
fundador de la monumental obra.
Artículo 130 de la contrata de Durini: “Como adorno de la plaza y para dar mayor realce al monumento, Durini colocará cuatro estatuas de mármol en los ángulos de la indicada plaza. Las estatuas representarán, alegóricamente, los elementos o las estaciones del año”.
Historia de la Contrata
El pueblo salvadoreño fue el primero que tributó
homenaje al prócer centroamericano. De ahí que la contrata la firmó el gobierno
de El Salvador y con el ingeniero norteamericano Francisco A. Durini, el 4 de
octubre de 1880, para hacer construir en Génova dos monumentos de mármol del
benemérito general Francisco Morazán. La principal para ser colocada en el
centro del parque mandado a construir con el nombre del héroe y el segundo en
el centro del panteón general. La estatua monumental del general Morazán, había
sido concebida por el presidente hondureño Marco Aurelio Soto, según decreto
del 27 de agosto de 1882. Para su cumplimiento se suscribió una contrata el 29
de julio del mismo año entre Ramón Rosa, en representación del gobierno de
Honduras y Durini. Por esta contrata Durini se comprometió a hacer construir en
Italia, y colocar en el centro de la plaza principal de Tegucigalpa, un
monumento dedicado por el gobierno de Honduras a la memoria del general
Morazán.
El monumento tendría nueve varas de altura,
distribuidas así: una gradería de cuatro escalones y de 34 pulgadas: un zócalo
o basamento del pedestal, de una vara y 33 pulgadas; una base del fuste de 12
pulgadas; un fuste de una vara y 17 pulgadas; un capitel de 28 pulgadas, y
sobre el pedestal, formado por los cuerpos expresados, la estatua ecuestre del
general Morazán, de tres varas y 17 pulgadas. La gradería y el fuste, y el
zócalo, al interior, serían construidos de cal y canto; la gradería y el
zócalo, en su parte exterior, serian de piedra natural del país, picada en
forma de granito; la fachada del zócalo llevaría una lápida de mármol de
Carrara, con esta inscripción, en letra de relieve, doradas: “a Francisco
Morazán: la patria”.
En la parte posterior del zócalo habría otra
lápida del mismo mármol, de iguales dimensiones, que llevaría grabadas y
doradas estas inscripciones: “al repúblico inmortalizado por la más grande de
las ideas: la Unión Nacional de Centro América”. “Al héroe de la Trinidad, de
Gualcho, de las Charcas, del Espíritu Santo y de San Pedro Perulapán, que
despreció la dictadura para fundar el gobierno de la democracia”. También se
especificó en la contrata que se colocaría en mármol de Carrara y de relieve,
el Escudo de Armas de la República, y bajo éste se grabaría, en mármol, el
Decreto del Gobierno que prevenía la construcción del monumento. En la otra
parte lateral del zócalo se grabaría en mármol de Carrara, la inscripción:
“Francisco Morazán. Nació en Tegucigalpa, el 3 de octubre de 1792. Murió en San
José de Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842’.
Se establecía también que la fachada del fuste
llevaría, en bajo relieve de bronce, el escudo de la Republica Federal de
Centroamérica y que la parte posterior del mismo un simulacro de la “Batalla de
la Trinidad”. Noviembre II de 1927”. Las dos partes laterales del fuste
llevaría dos festones de laurel en bronce. El articulo 8 de la contrata
determinó que la estatua ecuestre de Morazán sería de bronce y la imagen del
héroe llevaría un completo informe de General de División, en campaña. También
se determinó por el artículo 13, la confección de cuatro estatuas de mármol,
representativas o alegóricas a las estaciones del año, y que Durini habría de
colocar como adorno en la plaza principal, para dar mayor realce al monumento.
Durini se comprometió a colocar el monumento a más tardar el 31 de marzo de
1883, pero transcurrieron dieciseis meses a la fecha de inauguración, tiempo
increíblemente corto, tomando la distancia de Europa y Honduras y el medio
utilizado de embarque.
Portada del libro
“Ediciones de Obras de Principales Artistas”, de la Casa Thiebaut Hermanos,
donde aparece registrada la estatua de Morazán, encomendada a fundir por el
escultor Morice.
LA FANTASÍA DE NEY: La semejanza
entre Morazán y el Mariscal Ney proviene porque ambos sustentaron posiciones
políticas divergentes, siendo el uniforme militar la única referencia de cierta
analogía. Este es el solo argumento presentado por los creadores de la leyenda,
asegurando que el rostro de Morazán no corresponde a los retratos de su época y
que el escultor falseó con su atuendo militar.El historiador hondureño Victor
Cáceres Lara respondió a estos infundios fantásticos confirmando el parecido
físico existente entre la cara de la estatua de Morice y el retrato más
conocido de Morazán, lo cual es indicativo de que el artista lo tuvo a la vista
para realizar su obra, inobjetada por los hondureños en 1883, entre quienes
habían elementos que habían conocido de vista al propio Morazán. El único
parecido representativo entre ambas estatuas radica en el bicornio que también
adorna la de Ney, localizada en París, en Jardines de Luxemburgo. Los pintores
y escultores son libres para crear y pueden realizar las interpretaciones
artísticas tomando como límite la belleza, y en la de Morazán plasmaron también
sus grandes valores subjetivos. (Tomado del libro “La Estatua de Morazán” de
Rafael Leiva Vivas) (NS.).
Firma del escultor Leopold Morice, visible al pie de la
estatua de Morazán.
———–Fuentes:
1. http://www.elheraldo.hn/Secciones-Principales/Metro/Los-130-anos-de-la-estatua-de-Francisco-Morazan
2. http://nacerenhonduras.com/2009/05/una-farsa-que-estatua-no-sea-de-morazan.html Tomado de La Tribuna del 3 de octubre de 1992.
2. http://nacerenhonduras.com/2009/05/una-farsa-que-estatua-no-sea-de-morazan.html Tomado de La Tribuna del 3 de octubre de 1992.
4. Fotografía inicial cortesía del artista de la fotografía Fuad Azzad
Ham quién cedió derechos a Proyecto Website para utilizarla.
5. Nota del reproductor de estas fuentes: Hace pocos años, cuando se realizaban
los trabajos de mejora en el parque, la estatua estuvo en depósito en la
Alcaldía y se aprovechó para constatar detalles de su autenticidad como los
sellos federales existentes en los botones de la chaqueta y otros puntos
descritos en el contrato. La estatua es de Morazán.
Me parece un excelente artículo que mucho aporta a la historia nacional. La verdad sea dicha para que no se siga dudando sobre la autenticidad de esa bella obra escultórica.
ResponderEliminarJulio Díaz Sarmiento 2 de octubre de 2017