Teoría de la historia
La “Historia desde abajo” para Eric Hobsbawm
A
modo de introducción señalaremos que los nuevos referentes problemáticos son
constantemente convertidos en objetos de reflexión histórica, y esto no es
simplemente resultado de la forma en que los historiadores “se dan cuenta” de
aquellos problemas que siempre estuvieron ahí, esperando ser estudiado, sino
que éstas son el correlato de distintos tipos de transformaciones sociales.
El
reciente interés por hacer historia de distintos grupos particulares, no puede
ser entendida sin repasar en la serie de procesos que han hecho posible y aún
más deseable el que las distintas agrupaciones sociales expresen y configuren
su historia como fuente de información y proveedora de datos que en el pasado
ignora que ella no se ocupa de su estudio y la representación de algo que de
pronto “aparece”, sino que un claro poder de objetivización frente a determinados
ámbitos temáticos.
El
conocimiento histórico no es entonces un simple vehículo para representar “el
pasado”, sino que resulta constitutivo de esa idea de pasado. Al respecto,
resulta pertinente resaltar dos dinámicas: en primer lugar, la emergencia de
nuevas problemáticas en la producción historiográfica; y en segundo lugar, la
apelación en ciertos procesos políticos.
Sobre
lo primero, puede recogerse la discusión que Eric Hobsbawm realiza en el
capítulo sobre la historia
desde abajo. El autor recuerda que sólo se puede hacer historia
desde abajo, desde el momento en que empieza a preocuparnos lo que la “gente
corriente” hace frente a ciertas decisiones o determinados acontecimientos. En
palabras de Hobsbawm: “(…)
sólo a partir del momento en que la gente corriente se convierte en un factor
constante en la toma de grandes decisiones y en tales acontecimientos. No sólo
en momentos de excepcional movilización popular como, por ejemplo, las
revoluciones, sino en todo momento o durante la mayor parte del tiempo.
(p. 206)”. La historia de la gente corriente como capo de estudio
especializado empieza con la historia de los movimientos de masas del siglo
XVIII. Hobsbawm supone que es el historiador Jules Michelet es el primero de
los grandes historiadores de los que abajo: la Gran Revolución francesa es el
núcleo de su obra.
En
cuanto al tema de las fuentes, la historia de los de abajo, a diferencia de la
historia positivista, no posee un conjunto de material relativo a ella. “La mayoría de las fuentes correspondientes
a la historia de los de abajo sólo han sido reconocidas como tales fuentes
porque alguien ha hecho una pregunta y luego se ha puesto a buscar
desesperadamente la manera de responder a ella (p.208).” Pero
también existen excepciones como los historiadores que estudian la Revolución
Francesa. Plantea Hobsbawm que tienen muchas fuentes en la que constituye la
génesis de una historia moderna de las bases debido a dos características
principales: por tratarse de una gran revolución en la que actuaron numerosas
personas y la segunda, por el trabajo de la burocracia que recopiló y guardó en
los archivos nacionales toda esa información, lo cual fue beneficioso para los
historiadores franceses.
Siguiendo
con la idea de Hobsbawm, afirma que hay algunos tipos de material relativo a la
gente corriente todavía no ha sido un estímulo suficiente para pensar en la
correspondiente metodología. Aquí sale a la palestra la historia oral que si
bien los recuerdos pueden parecer los bastante interesantes, en palabras del
historiador inglés nunca se hará un uso apropiado de la historia oral hasta que
se determine qué es lo que puede fallar en el recuerdo, del mismo modo que se
determina cuando algo sale mal al momento de copiar manuscritos a mano. Con
esto, Eric Hobsbawm nos plantea es que la historia oral es un medio poco
fiable de preservar los hechos. Más, afirma: “la metodología de la historia oral no es sólo
importante para comprobar si los recuerdos de ancianas y ancianos grabadas en
cintas son dignas de confianza (p.210).” Recomienda que con los
testimonios de lo grabado en cinta se hagan experimentos para investigar lo que
la gente realmente pensaba o hacía.
El
historiador “de abajo” encuentra sólo lo que busca y no lo que le está
esperando. En este sentido, el historiador debe saber qué es lo que busca y
sólo si sabe, puede reconocer si lo que encuentra encaja con su hipótesis o no;
y si no encaja tiene que pensar en otro modelo que se construye sobre la base
del saber, la experiencia lo que permite eliminar hipótesis inútiles. Se
necesita también imaginación y saber sobre el pasado con el fin de evitar el
anacronismo. Todo esto para construir y reconstruir un sistema coherente en el
que pueda inferirse los supuestos y parámetros sociales y las tareas de la
situación.
Para
Hobsbawm el objetivo de la historia “desde abajo” no es sólo descubrir el
pasado sino explicarlo y proporcionar un vínculo con el presente ya que el
proceso de comprenderlo tiene mucho en común con el proceso de comprender el
pasado, aparte de que comprender cómo el pasado se ha convertido en el presente
nos ayuda a comprender éste, y es de suponer que algo del futuro. Buena parte
del comportamiento de gente de todas las clases sociales de hoy es, de hecho,
tan desconocido y poco documentado como gran parte de la vida de la gente
corriente del pasado.
Los
historiadores de “los de abajo” dedican gran parte de su tiempo a averiguar
cómo funcionan las sociedades y cuándo no funcionan, además de cómo cambian. No
pueden dejar de hacerlo, toda vez que su tema, la gente corriente, constituye
el grueso de toda sociedad, aunque a veces se tienda a olvidar de que éstos
constituyen un factor importante en la toma de decisiones recientemente,
lo cual se convierten en la base de las reivindicaciones de diversos grupos
sociales que se traduce en demandas de representación histórica.
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