Por: Rolando Zelaya y Ferrera.
En 1823, una vez
fracasado el Imperio Mexicano, el Congreso, reunido en Guatemala, proclamó la independencia
absoluta de Centro América, que unía las cinco provincias en una República
Federal, cuyo primer Presidente fue el salvadoreño Manuel José Arce, que
favorecía los intereses de los principales comerciantes del extinto Reino de
Guatemala, los Aycinena y los Valle.
Su establecimiento
significó el triunfo de los liberales y de los ideales republicanos y
progresistas; sin embargo, la vida de esta República fue difícil desde el
principio ya que nació endeudada: ya para el 15 de septiembre de 1821 se debían
3,138,451 pesos incluyendo un adelanto de un millón de pesos de la Casa de la
Moneda que debían ser reintegrados.
En 1831, la deuda
federal engrosada por la deuda externa ascendía a 4,748,966 pesos. El caos
financiero acompañó la constitución de la república por lo que inicia con un
poder débil y en crisis permanente, cuya existencia administrativa dependió de
préstamos que en una década endeudaron al país en más del 50%. Francisco
Morazán, caudillo hondureño, electo presidente en 1830, se propuso fortalecer
la Federación, pero con métodos que crearon repudio dentro de los estados y
enfrentamientos, sobre todo con los sectores más conservadores.
La gran dificultad del nuevo país
centroamericano consistió en hacer funcionar armónicamente un poder federal y
cinco voluntades estatales; por ello, la constitución federal es una
transacción entre el federalismo y el estatismo.
Se copia el régimen federal adecuándolo a las
necesidades de las oligarquías locales del momento, por esta razón, la primera constitución
más que estar plagada de contradicciones (creación de un senado federal y un
órgano legislativo local…Un presidente federal y un jefe de estado
independiente por cada una de las provincias), nos ejemplifica claramente como
los distintos grupos negociaron a través de ella, los alcances y limitaciones
que permitirían a todos ellos co-existir.
Es tan fuerte este sentimiento que, aún en la
constitución de Honduras de 1982 se encuentran este tipo de contradicciones
(ver artículos 2 y 3 de la Constitución de Honduras de 1980).
La gran dificultad del estado federal fue la
falta de apoyo económico, la falta de un sentido de integración por parte de
cada uno de los estados, la manipulación Guatemalteca y la inconsistencia de la
legislación federal que lejos de incentivar la estructuración regional
incentivo la estructuración local.
Aunado a esto, hay que sumar la casi total
ausencia de vías de comunicación, el irregular poblamiento de las regiones, el
sistema de aduanas que funcionaba internamente (entre cada partido) y no
externamente con otros países; la supervivencia de la economía de subsistencia
agrícola-ganadera y la no existencia de rubros agrícolas de exportación
significativos.
Bajo todas estas perspectivas podemos afirmar
con toda certeza, que el federalismo era un lujo y a la vez una solución
para la república: era un lujo, porque demandaba grandes cantidades de dinero
para cubrir un presupuesto Centroamericano, lo que obviamente hubiera mantenido
unidos a estos países permitiéndoles un mejor desarrollo económico como región,
representando la solución a largo plazo de la República.
Hay que sumar a
ello las guerras civiles. La fuerza militar se vuelve regla en la resolución de
los conflictos; esto demandó grandes gastos y debilitó al Estado y a las
fuerzas productivas; el aislamiento entre los estados, agudizado por la falta
de sistemas de transporte; la desarticulación regional; el enfrentamiento entre
Guatemaltecos y provincianos, por resentimientos acumulados a través de
décadas. Se veía a Guatemala como privilegiada y favorecida por el gobierno
federal. "Con la proclamación de la Independencia vieron las oligarquías
locales la oportunidad de librarse, no solo del tutelaje español, sino también
del guatemalteco que, por su proximidad geográfica, resultaba más real y
molesta" afirma Julio César Pinto.
También la libertad
de cultos, reducción de diezmos y aprobación del matrimonio civil, que
generaron el descontento del ala conservadora de la iglesia, la cual manejó a
las masas a su favor; los decretos liberales revelaron el deseo de levantar a
los humildes. Se abolieron la esclavitud y los títulos nobiliarios, y se
hicieron planes para la enseñanza gratuita. Sin embargo, en su celo por el
progreso, el comercio y la modernidad, olvidaron a los indígenas.
Con el fracaso de
la federación se abre el camino para que cada estado sea realmente una
república independiente, y se abre también el camino de lo que será la pauta
futura del desarrollo político centroamericano: el separatismo.
Pese a no haberse seguido este camino, es
notorio que Centroamérica actualmente, tanto en el plano regional como
internacional, económicamente, es vista como un conjunto y funciona en
conjunto, la unión política es la única que se desmembró entre 1836 y 1838,
pero fuera de ella, Centroamérica continua funcionando como una sola unidad
social, económica y comercial.
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