30 AÑOS DE INFORMÁTICA EN HONDURAS-1958-1988
Dominicales 6 marzo, 2011
Por: Rolando Zelaya y Ferrera
¿Usar la informática, por qué?
Villeda Morales inicia un régimen político que expresa una amplia
alianza política entre los núcleos emergentes de la burguesía industrial
y financiera, las capas medias urbanas, la burocracia militar y los
sectores populares (obreros y campesinos). En el marco de una matriz
productiva que se diversifica y de una estructura de clases más
compleja, el régimen político de Villeda Morales recoge las demandas de
un conjunto de grupos y clases sociales que constituyen sus bases
políticas y que cuestionan el estilo de dominación política excluyente
instrumentado por la clase terrateniente y la burguesía comercial
aliados al capital imperialista bananero y pugnan por la ampliación de
las bases sociales de poder y por concesiones sociales.
Por medio de la gestión política de Villeda Morales, los núcleos de
la burguesía industrial pueden ser impulsados y protegidos sus intereses
desde el aparato estatal, en tanto que las capas medias urbanas mejoran
sus oportunidades de empleo, ya sea por la extensión del aparato
estatal o por el crecimiento de los servicios que acompañan el proceso
de industrialización y urbanización. El ejército percibe los beneficios
de su fortalecimiento como fuerza política, lo que queda claramente
establecido a partir de la constitución política de 1957, en tanto que
los sectores populares obtienen algunas concesiones sociales.
Por otra parte, la aparición de organismos internacionales fomentados
a través de los diferentes programas de ayuda de las instituciones
norteamericanas con miras a una integración y mejoramiento económico en
América Latina, genera nuevas oportunidades de asensos en la escala
social al grado de fortalecer significativamente la clase media y sobre
todo la burguesía industrial, la cual, es hasta este momento, en donde
recibe el empuje necesario para posteriormente volverse un grupo
consistente de mucho peso en la política nacional. De hecho, toda esta
expansión urbana en las áreas industrialmente más productivas del país
así como en la capital política fue, como vimos en el primer capítulo,
producto de todas las medidas tomadas durante el régimen Villedista que
sentó las bases para este crecimiento acelerado de los núcleos
poblacionales más importantes.
Sin embargo, es de hacer notar, que si bien es cierto los cambios y
reestructuraciones iniciadas durante el período antes mencionado
empezaron a mover los engranajes de una modernización en el aparato
estatal, también es cierto que el mismo quizás no estaba preparado para
ello por lo menos en las dimensiones en que el fenómeno empezó a
manifestarse. Esto puede verse en los diversos cambios ocurridos a
inicios de los años sesenta en las diferentes instituciones del Estado,
en particular, la empresa de luz y agua, la tesorería nacional y el
Ministerio de Hacienda que se convirtió posteriormente en el Ministerio
de Hacienda y Crédito Público. De hecho, la captación de impuestos se
volvió prioritaria no sólo para el Estado sino también para las
municipalidades; este trabajo anteriormente realizado por grupos de
contadores que rendían informes con más de cuatro meses de retraso
durante el período de Tiburcio Carías Andino ([1]) se incrementó
significativamente durante el período de Villeda Morales ([2]) en busca
de mejorar el sistema y siguió aumentando considerablemente en los años
siguientes. Los sistemas manuales de recolección cambiaron desde la
centralización municipal hasta la apertura de oficinas de Tributación en
cada municipalidad, quedando definitivamente separados el impuesto
vecinal del impuesto sobre la renta ([3]).
Para darnos una idea del crecimiento en cuestión de percepción
fiscal, podemos citar que para inicios de los años sesenta el rubro
agropecuario generaba tan sólo 2 millones de lempiras a nivel nacional y
para finales de la misma década ya generaba los 6 millones de lempiras;
para el primer lustro de los años setenta generaba 43.1 millones de
lempiras sumándose a esto el nuevo rubro industrial que aportaba en ese
entonces un incipiente 1.8 millones de lempiras en mercado local ([4]) y
que apoyaba al sector agropecuario en la generación de derivados
industriales de esos productos agropecuarios.
El nuevo sector industrial, empezaba a
perfilarse como uno de los máximos generadores de impuestos y
consumidores de servicios públicos. Hasta antes de este momento, los
servicios públicos eran tarifados de acuerdo con la categoría social del
lugar y en forma rígida mensualmente sin importar si el consumo era
mayor o menor a lo estipulado; el alumbrado público era gratuito por ser
obligación de la municipalidad, y el agua, siempre fuente de problemas
en algunas áreas, empezaba a ampliar su red de distribución hacia las
nuevas áreas de la ciudad siempre bajo el régimen de tarificación única
([5]).
Posteriormente, con la introducción de contadores especiales, se
tarifaron los servicios de acuerdo a una unidad de medida específica
para el rubro explotado, por kilowatt la energía eléctrica y por litro
el agua potable ([6]) y se creó el servicio personalizado basado en
recibos mensuales que las personas podían recibir en casa y pagar en el
lugar adecuado. Pero para llegar a esto los cambios a realizar en el
sistema administrativo debían ser más fuertes de lo que el gobierno
hasta ese momento había hecho. La reorganización de los métodos de
trabajo en este sentido, fueron tomadas por técnicos extranjeros que
determinaron los tópicos a tomar en cuenta a la hora de desarrollar
nuevas estructuras organizacionales. La asesoría por parte de la AID y
de otras agencias internacionales introdujo nuevos conceptos
administrativos y por ende nuevas tecnologías hasta el momento ignorados
o desconocidos en nuestro país.
Los informes resultantes de las diferentes asesorías muestran claras
evidencias de estar en contra de los métodos implementados por el
gobierno de Honduras, los que en su mayoría eran remiendos a formas de
trabajo ya existentes ([7]) y en algunos de ellos el planteamiento es
simple: empezar de nuevo. Todavía a inicios de los años setenta un grupo
de asesores mexicanos diseñan todo un sistema de captación individual
de renta basado en lo que se conoce cono el Registro Tributario Nacional
([8]) y que en comparación con lo que se había intentado anteriormente,
funcionó muy bien durante los siguientes años que estuvo en operación.
Debido a que el problema básico era el volumen de los datos que se
manejaban, la mayoría de las asesorías recomendaban la instalación de
computadoras capaces de manejar estos volúmenes de información en menor
tiempo y de forma más eficiente ¿por qué?
Las ventajas de la computadora en el campo comercial fueron
contempladas hasta finales de los años ’50 cuando el ejército de los
Estados Unidos por fin permitió que la misma dejara de ser parte de los
secretos de Estado y se fomentara la competencia y su producción en masa
por parte de compañías privadas. Su orientación primordial fue la
administración de la información como recurso principal en la toma de
decisiones para las empresas que conformaban el mercado hacia el cual se
podía dirigir la venta de este tipo de máquinas; en el caso particular
de los Estados Unidos, constituyó en pocos años la base fundamental para
resolver las complejas situaciones de las organizaciones que, con esta
herramienta, generaron nuevas perspectivas en la administración moderna.
El gobierno norteamericano aprovechó el
recurso logrando un gran avance en cuanto a productividad y atención al
público por parte de sus instituciones, en especial el Seguro Social,
mostrando con ello que las funciones básicas de planeamiento y control
dependían del flujo de la información hacia y entre los centros donde se
tomaban decisiones; esto provocó al mismo tiempo que la estructura y
composición de las instituciones gubernamentales comenzara a reflejar un
nuevo enfoque en el rediseño de estas organizaciones. El cambio más
importante obtenido fue en la forma de administración de las funciones
técnicas, en especial la captación de impuestos.
La
experiencia administrativa anterior, fue reflejada en los planes de
Alianza para el Progreso, la CEPAL y la teoría de modernización del
Estado, al proponer en los mismos la aplicación de nuevas metodologías
administrativas, basadas algunas de ellas en el uso de la computadora.
La creciente amplitud y complejidad de las actividades administrativas
provocada, a su vez, por el rápido crecimiento poblacional y sobre todo
urbano, exigía de sistemas de información que dieran la mayor cantidad
de datos con un esfuerzo mínimo en el menor tiempo posible, para de esta
manera, producir cambios importantes en la estructura de las
organizaciones del Estado y que optimizaran sus funciones al
contribuyente.
El cambio de estructuras en el proceso de definición del Estado
hondureño lo volvió de notable complejidad en su estructura
administrativa para tratar de crear condiciones generales óptimas para
la producción y reproducción capitalista mediante la construcción y
mejoramiento de obras de infraestructura vial y al mismo tiempo,
mediante el mejoramiento de las entidades gubernamentales y municipales.
El asumir este reto por parte del Estado ha significado, asumir
crecientes responsabilidades que lejos de mermar, van creciendo año con
año conforme crece la población económicamente activa; esto se expresa
institucionalmente en la reproducción y calificación de la fuerza
trabajo cuyo valor de uso consume el capital ([9]). Estas y las
funciones que tradicionalmente ha venido desempeñando el aparato
estatal, queda definida a partir de la necesidad de crear condiciones
para la reproducción ampliada de capital, mantener la dominación de
ciertas clases y fracciones de clase sobre el conjunto de la sociedad y
el requerimiento de reproducir la naturaleza de las relaciones sociales
dominantes y generar un cierto consenso sobre la legitimidad del orden
social vigente, así como estabilizar y orientar en un sentido menos
cuestionador la posibilidad de desafío político que pueda implicar la
movilización de las clases subalternas, para tal sistema de dominación.
El Estado capitalista hondureño se ha ido configurando
funcionalmente, sus transformaciones institucionales así como el énfasis
de la actividad institucional del estado y la definición de sus
prioridades se ven determinados por la dialéctica compleja de factores
externos o internos de la dinámica social. El crecimiento poblacional
exige un mejor control de determinadas características con miras a
mantener todo lo apuntado anteriormente; a mayor volumen mayor
dificultad en controlar la sociedad. Si bien es cierto, se ha cedido un
poco de poder al dar autonomía a los gobiernos municipales, esta
autonomía es relativa puesto que deben informar a un gobierno central
sobre las actividades de los gobiernos locales. Estos para subsistir,
son parte de una cadena de información que al final justifica su
existencia y las maneras de autofinanciarse o de solicitar
financiamiento al gobierno central.
Lo anterior fue resuelto por el gobierno mediante la introducción de
nuevas tecnologías que permiten mantener el control con un costo
relativamente más bajo para el gobierno. Es este punto, el de los
costos, el más importante. El gobierno de Honduras tenía empleados en
1966 a 28,164 hondureños en las diferentes instituciones del gobierno y
para 1968 el total era de 33,620, para 1974 esta cifra ya había
aumentado a 38,578 personas que significaron una deuda interna de casi
46 millones de lempiras y con un obvio aumento progresivo en los años
siguientes([10]). Para poder mantener un estricto control, el Estado
necesitaba emplear cada año a un 25% de la última cifra dada, anualmente
y que crearía por consiguiente una inversión económica para el Estado
hondureño de casi el mismo porcentaje para la última cifra dada. Este
crecimiento resultaría al cabo de cinco años, insostenible para la
República por lo que AID propone la utilización de computadoras “como
una forma de reducir los posibles costos en que incurriría el gobierno
de Honduras ante la necesidad poblacional de servicios más eficientes y
de mayor confiabilidad por parte de sus organismos de servicios”([11]) y
en donde también proponen una “reunión con técnicos especializados, que
den alternativas de solución a través del mecanismo propuesto”([12]).
De esta manera y siguiendo las sugerencias de los organismos de
cooperación norteamericanos, el Estado hondureño se concentra en la
compra y entrenamiento de personal con miras a establecer sistemas
automáticos de información; la lentitud de los trámites burocráticos y
la falta de decisión por parte de los gobiernos provoca que la empresa
privada sea la primera en utilizar el medio aunque esto da un margen al
gobierno para poder evaluar los resultados de este experimento privado
([13]) que por su mismo carácter permitió la organización suficiente
para que funcionara a cabalidad. Por otra parte, el hecho de que la
Standard Fruit Co. ya poseía máquinas de registro unitario y
posteriormente una computadora con un sistema de información muy bien
montado, ayudó a que el planteamiento de AID ante el gobierno de
Honduras no fuera tomado como fantasía sino como un hecho tangible
([14]). Si bien es cierto los costos de inversión eran altos, “AID está
en plena disposición de facilitar el financiamiento necesario a fin de
auxiliar en la instalación y mantenimiento de centros de cómputo,
manejándose los mismos bajo las condiciones expresadas en el
planteamiento general de ayudas para L.A.” ([15]AID Files, Informe
Técnico de CTN, 1962). Podemos afirmar que gracias a estas condiciones
el gobierno accede a las sugerencias de los técnicos extranjeros, pero
de una forma prudente como se verá en el siguiente artículo, el próximo
domingo.
Referencias:
[1] Informe fiscal del primer trimestre año 1940, La Gaceta, edición extraordinaria, Biblioteca personal del doctor Leo Valladares Lanza.
[2] Tabulación de nombramientos: Contador I, diferentes Gacetas, varios años, ver anexo 1.
[3] La Gaceta, año LXCII, No. 18325, pág. 1.
[4] CONSUPLANE, Plan Global, 1979-1983.
[5] Moreno, Andrés, “Evolución de las Tasas de Pago”, Tesis para Licenciatura en Contaduría Pública, 1977, Colección Hondureña, UNAH.
[6] La Gaceta, Años LXC y LXCIII, marzo de 1965 y octubre 1968, págs. 1 y 2 respectivamente.
[7] AID Microfilm Files Dept., Reel 13, Title Technical Support H50-60″, USAID, Anexo Embajada Americana, Tegucigalpa, Honduras.
[8] La Gaceta, año LXCXI, Contrata No. 1054-72 del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, 14 de mayo de 1972.
[9] Posas Mario, Del Cid Rafael, “La construcción del sector público y del Estado Nacional En Honduras, Editorial EDUCA, 2a. edición, 1983, pág. 10.
[10] Análisis de la deuda interna nacional, publicación del Banco Central de Honduras, 1975.
[11] USIS, “AID FILES, Informe Técnico de CTN, 1962″, Instituto Hondureño de Cultura Interamericana por Cortesía de USIS Honduras.
[12] Ídem.
[13] Registro de la Propiedad, Asociaciones y Representaciones, 1956 a 1963.
[14] Diario El Día, 14 de Julio de 1964, pág. 2.
[15] USIS, “AID Files, informe técnico de CTN, 1962, Instituto de Cultura Interamericana por Cortesía de USIS Honduras
No hay comentarios:
Publicar un comentario