jueves, 27 de diciembre de 2012

La Muerte del Sabio José Cecilio del Valle

Dominicales  20 marzo, 2011


Por Rolando Zelaya y Ferrera

Durante muchos años la muerte de Valle fue un evento final en los textos sobre la vida del insigne prócer, pero en los años ´70 la misma se utilizó para tratar de degradar la imagen del sabio haciéndolo pasar como un alcohólico a quién la vida le pasó factura a su debido tiempo. En 1995, el  Dr. Alfredo León Gómez, especialista en Cardiología,  Hospital “La Policlínica”, publicó un interesante estudio sobre la muerte del insigne prócer que nos aclara cualquier duda médica a la vez que desmitifica cualquier comentario destructivo sobre la muerte del prócer. Presentamos a continuación la recopilación de tan interesante trabajo, que volvemos a poner en las manos de los hondureños interesados en la figura del Sabio de Centroamérica, porque con estas investigaciones…Honduras Avanza.

 

Uno de los capítulos más interesantes desde el punto de vista de la medicina, en la vida de los grandes hombres de la América Central, lo constituye la muerte del Sabio José Cecilio del Valle, el pensador más  sólido y acrisolado que han producido los países ístmicos en toda su historia. Un verdadero adalid de la intelectualidad en los albores de la Patria Grande, alcanzó las posiciones más altas dentro del medio, llegando a ser electo presidente de Centro América en 1834, cargo que no pudo ejercer al sorprenderle la muerte el dos de marzo de ese año. Deseamos hacer un comentario analítico desde el punto de vista del diagnóstico retrospectivo, a fin de determinar hasta donde sea posible el origen y las causas de la muerte del Sabio Valle, hecho ocurrido cuando esperaba tomar posesión de la primera magistratura de la nación centroamericana. Don José del Valle acostumbraba visitar su hacienda La Concepción situada a dieciocho leguas de la Ciudad de Guatemala donde por lo regular permanecía desde el mes de diciembre hasta los primeros meses del año entrante. Las elecciones ya se habían realizado pero faltaba recoger todos los resultados electorales para hacer la decisión definitiva, lo que tendría lugar en junio de 1834. El Sabio falleció antes y nunca supo que había ganado las elecciones. Su muerte dio lugar a la continuación del General Morazán en el poder.

Para analizar la muerte del prócer nos basamos en los testimonios escritos de su hijo don José Bernardo Valle quien los escribió en 1878 a pedimento del poeta cubano José Joaquín Palma, quien a su vez estuviera fuerte- mente vinculado al Doctor Marco Aurelio Soto y al Doctor Ramón Rosa, este último el principal biógrafo del Sabio. Citamos al Dr. Rosa en la descripción de la muerte de Valle: “El 22 de febrero a las cinco de la tarde fue repentinamente atacado de fuerte fatiga con hervor en el pecho, mal del que nunca había padecido y que era de gravísimo carácter, porque casi le impedía la respiración y podía producir una asfixia. En fuerza de los solícitos cuidados de la familia, Valle tuvo algún alivio, pero la enfermedad continuaba. El presbítero Mariano Borjas, capellán de la familia, fue a Guatemala en busca del Dr. Quirino Flores, médico de la casa. Flores llegó a la Concepción el día 25 y en el acto oyó del paciente la relación de sus padecimientos, y de la familia, las noticias relativas a las medicinas que se le habían aplicado. El Dr. Flores no dio a la enfermedad de Valle la importancia que tenía. Aplicóle algunos calmantes que no produjeron el resultado apetecido. A pesar de esto, y de los encarecidos ruegos, y de la consternación, y de las lágrimas de la angustiada familia, partió de la hacienda el día siguiente, dirigiéndose a Sonsonate, en donde lo esperaban asuntos importantes del Senado, del cual era individuo. Por aquel tiempo las autoridades federales residían en el Estado de El Salvador”.

Durante el mes de enero anterior el Sabio Valle había estado bien de salud. Ya en febrero comenzó a quejarse de fatiga acentuada; el 22 se produjo un episodio severo de disnea con sensación de asfixia y angustia, lo cual obligó a solicitar los servicios del Dr. Flores. La descripción de los síntomas anteriores corresponde evidentemente a una insuficiencia ventricular izquierda aguda, desencadenada posiblemente por un infarto de miocardio. La presencia de este cuadro en un hombre de 56 años, en quien no hay historia clínica de enfermedad reumática, hipertensiva, de asma o de un proceso bronquial crónico, hace del infarto un diagnóstico casi patognomónico.

Es evidente que el Dr. Quirino Flores no arribó a un diagnóstico preciso, y no podía haberlo hecho porque para hacerlo era necesario tomar un electrocardiograma, aparato que fue inventado alrededor de 70 años después, o sea a comienzos del presente siglo. Y sí no arribó a un diagnóstico clínico fue también porque la descripción del cuadro sintomatológico del infarto no fue reconocida sino hasta en 1912 por Herrick en Chicago. La medicina de 1834, la que conocía el Dr.Flores, no contemplaba ni los hallazgos electrocardiográficos, ni la descripción magistral de Herrick, y mucho menos las determinaciones enzimáticas que establecen con firmeza la presunción diagnóstica de la oclusión coronaria. Y si el Dr. Flores no podía con seguridad sentar un diagnóstico, mucho menos podía elaborar un pronóstico médico, que sigue siendo extremadamente difícil aún en nuestros días, en que contamos con tanto avance científico. En la enfermedad coronaria los pronósticos son aún más intrincados y escabrosos, dada la índole caprichosa y enigmática del padecimiento. Por lo general es bastante complicada la predicción en esta entidad clínica.

Continúa el Dr. Rosa en su biografía: “La familia de Valle deseaba trasladarlo a Guatemala, y su deseo fue secundado por el voto del Dr. Flores. El día primero de marzo salió la familia de la hacienda, conduciendo al enfermo en una camilla arreglada de manera provisional. En la mañana llegaron a la hacienda “El Jute”, tres leguas distante de “La Concepción”. El enfermo sintióse muy aliviado, y en la familia renacieron las más lisonjeras esperanzas. Mas en la noche, inesperadamente, se agravó el mal del enfermo, manifestándose, en particular, su gravedad por un prolongado delirio. El sabio delirante hablaba sin cesar de la Casa de Moneda y del Jardín Botánico de México; después tomó por tema su repugnancia para admitir la Presidencia de Centro América, altísimo cargo para el que había sido electo…”

El cuadro de insuficiencia cardíaca izquierda se complicaba ahora con el delirio nocturno, con la confusión, la desorientación y con trastornos oníricos. Perturbaciones mentales e intelectuales son frecuentes en los estados agudos de la insuficiencia cardíaca, sobre todo cuando no se recibe un tratamiento adecuado con digitálicos, diuréticos y sedantes. La reducción del gasto cardíaco trae aparejado una disminución de la oxigenación cerebral y el consiguiente menoscabo del aporte de glucosa, sodio, potasio y otros iones fundamentales para el funcionamiento adecuado de la célula nerviosa.

Luego el Dr. Rosa afirma lo siguiente: “Pasó el delirio y vino una ligera calma; pero después, en la madrugada, acometió al enfermo un nuevo ataque de fatiga: Valle se asfixiaba. La familia, con redoblados esfuerzos, logró calmarlo, y continuaron su marcha para la hacienda “Corral de Piedra” distante doce leguas de la capital de Guatemala. Pero a media jornada, y a escode las diez de la mañana del domingo dos de marzo, en medio de una de las llanuras del camino, la camilla hizo alto: Valle se moría; la enfermedad le asestaba su último golpe. Tuvo tiempo de pedir los auxilios del confesor, y dijo entre otras cosas a su capellán: “Padre, conozco que estoy ya en el último período de mi existencia, y necesito de los auxilios espirituales, para devolver mi alma al creador que me la dio”. La consternada familia rodeaba la camilla.Valle, ya para morir, faltóle el habla; pero aún quedábale un resto de vida en sus ojos que se apagaban…”

 

Hacia las diez de la mañana, mientras se conducían por un llano polvoriento y desolado, bajo los rigores del sol y la temperatura, con fuertes ventarrones propios de la estación y la canícula, expuesto al resistero, falleció rodeado de la familia y de los mozos de muías que lo acompañaban. El cuadro clínico era dominado  por la disnea, la ortopnea, la fatiga, el delirio y la opresión precordial, todo lo cual corresponde a un edema pulmonar agudo, que no es más que la insuficiencia cardíaca izquierda en grado extremo. El origen de esta condición no puede ser otro que la enfermedad isquémica coronaria y el infarto miocárdico subsecuente.

Pensamos y somos de la opinión que la enfermedad reumática del corazón puede excluirse con seguridad ya que no se conoce que el Sabio Valle haya padecido de alguna forma de reumatismo o de enfermedad  crónica cardíaca. De haberla tenido se habría manifestado muchos años antes en la edad juvenil. La enfermedad hipertensiva también puede excluirse (aunque el esfigmomanómetro fue inventado en 1892 por  Riva-Rocci) ya que la insuficiencia izquierda de los hipertensos es de evolución gradual y requiere varios años para su desarrollo. La historia clínica puede también eliminar otros padecimientos de curso crónico, como son el asma bronquial, las bronquitis crónicas, el enfisema, la tuberculosis y otras entidades que afectan el pulmón y el árbol respiratorio. Así también se puede excluir otras afecciones como la pericarditis aguda y crónica, el derrame pericárdico, los derrames pleurales y enfermedades del esófago, humorales y otras de curso tórpido.

Desde un punto de vista puramente del diagnóstico diferencial la causa de la muerte del Sabio Valle es el  infarto del miocardio complicado con insuficiencia cardíaca izquierda, en su grado mayor, el edema del pulmón. Hay varios hechos que hacen pensar en esta condición y desechar otras posibilidades: en primer lugar, Valle se encontraba completamente bien en el mes de enero; en febrero comenzó a sentir fatiga gradual que se acentuó hasta llegar el 22 en que se complicó la situación. Es un hecho bien establecido que uno de los síntomas premonitorios del infarto es la fatiga, que rivaliza en frecuencia con el dolor precordial anginoso; este último aparentemente no lo presentaba el paciente. En segundo lugar, el deterioro súbito de su estado general con disnea intensa, ortopnea, de carácter gravísimo, que aparece en un hombre de 56 años, es fuertemente sugestivo de un infarto del miocardio. Esta condición se prolongó por diez días más hasta llegar a la muerte el 2 de marzo. El cuadro clínico es el del edema del pulmón como complicación a la trombosis coronaria.

Hay otros factores condicionantes de la enfermedad coronaria isquémica que pueden identificarse en el caso de la muerte del Sabio Valle. Estos factores condicionantes son numerosos en esta afección, pero hay algunos que tienen la mayor importancia y se pueden determinar con claridad en el suceso que comentamos: La personalidad del Sabio Valle como primera condición predisponente. Desde 1956 se conocen dos tipos de personalidad, la llamada personalidad tipo A, que se asocia frecuentemente a la aparición de la enfermedad coronaria, y la tipo B en la cual la afección es menos común. La primera, la tipo A se caracteriza por conducta agresiva y obsesiva, por el perfeccionismo, la presión del tiempo y del trabajo, por la competitividad y la voluntad de lucha. Son individuos altamente productivos, enérgicos y con gran capacidad para alcanzar posiciones cimeras. A veces la angustia, la frustración y la amargura acompaña estas características psicológicas.

Es fácil comprender que la personalidad del Sabio Valle está enmarcada dentro del tipo A y no en el tipo B que tiene otras manifestaciones y en la cual el infarto es poco común. Otro factor predisponente que debemos incluir como contribuyente en la enfermedad del Sabio Valle es la ansiedad y la tensión emocional. Un ejemplo de ello es la renuncia que hizo en 1826 del cargo de diputado al congreso para el cual había sido designado por los departamentos de Guatemala y Chiquimula. Dice así en su renuncia que transcribimos en parte: “Ha sido constante la voluntad de los pueblos de Guatemala y Chiquimula en las diversas elecciones en que se han servido distinguirme con sus sufragios. Yo estoy penetrado de gratitud; y no cesaré de acreditarla con mis pequeños servicios. Pero no puedo hacerlos ahora al congreso donde soy llamado. Después de trabajos continuados sin interrupción en México y en esta ciudad desde el año de 1821, mi salud ha sufrido el quebranto que era natural. Un diputado digno de ser representante de los pueblos, debe asistir todos los días a las sesiones de tres o más horas, concurrir a comisiones de diversa clase, meditar asuntos de distinta naturaleza, discutir cuestiones delicadas, sostener debates acalorados, y llenar la expectación de los pueblos que han fiado a sus trabajos lo más sagrado de sus derechos. Yo engañaría a la nación si me presentara al Congreso como un hombre capaz de tamañas tareas. Hablo de buena fe. No puedo fijar la atención en un asunto por mucho tiempo. Los nervios empezaron a escocerme desde que empecé a sufrir temperatura más fresca que la de la hacienda de donde he venido… No he rehusado jamás el trabajo para el que he sido llamado… No lo permite mi salud… la certificación que acompañó parece acreditarlo de modo decisivo”.

Al siguiente año se produjo otra renuncia para no integrar el Congreso por motivos de salud. Es bueno recordar también que rehusó en dos oportunidades el nombramiento como representante en Londres y países europeos, y en 1831 tampoco accedió a aceptar la representación en París aduciendo sufrir de cólicos nefríticos. Hay razones para comprender que el Sabio Valle sufría de tensión emocional y que su salud comenzó a resentirse desde 1826, ocho años antes del infarto fatal. Hay que agregar que la nefrolitiasis que sufría puede ser la manifestación de una gota, enfermedad metabólica que frecuentemente acompaña a las enfermedades de la coronaria.

El sedentarismo, o sea la falta de ejercicio también contribuye como factor predisponente a la aparición de la enfermedad coronaria. En el caso del Sabio Valle es evidente que su trabajo de naturaleza intelectual no le permitía mayor actividad física. Los grandes caminadores sufren muy poco de esta enfermedad, al contrario de los sedentarios que la padecen con frecuencia. Otro factor predisponente importante que existía en el caso del Sabio Valle es el uso del tabaco. Hacía uso del cigarrillo y del alcohol, aunque en cantidades moderadas. En una carta que sus hermanas le enviaron desde Escuintla en 1822 le dicen lo siguiente que es pertinente a lo que afirmamos: “Te remitimos el frasco de aguardiente, dos botellas de vino y los cigarros”. Uno de los factores más nocivos en el caso de la enfermedad coronaria es el fumar cigarrillos. Se presenta por lo general en personas nerviosas activas, con personalidad impetuosa y luchadora como es el caso del  Sabio Valle. Es pues indudable que el tabaquismo contribuyó a la aparición de la enfermedad. De lo anterior podemos concluir que el cuadro clínico presentado por don José Cecilio del Valle antes de su muerte, es el de un infarto del miocardio, complicado por insuficiencia cardíaca izquierda en su forma más grave que es el edema agudo del pulmón. Esta entidad clínica se manifiesta con factores predisponentes que estaban presentes en este caso, como son la personalidad tipo A; la tensión emocional y ansiedad; el sedentarismo y por último el tabaquismo que está debidamente demostrado. Todo ello es prueba de la enfermedad coronaria que terminó con la vida del Sabio Valle, a edad relativamente temprana.

Es así como en una calurosa mañana del primer domingo del mes de marzo de 1834, en un camino desierto, yermo e inhóspito, en donde se levantaban enormes nubes de polvo, y en donde el sol calcinaba con sus rayos la humanidad de los caminantes, rodeado únicamente por su familia y los arrieros, falleció el más grande pensador y erudito que hasta la fecha ha nacido en Centro América: José Cecilio del Valle, más conocido como el Sabio Valle, e hijo predilecto de la Villa de Jerez de la Frontera de la Choluteca y de mis Reales Tamarindos.

Autor:
Dr. Alfredo León Gómez
Especialista en Cardiología,  Hospital “La Policlínica”.
Tal como se publicó en la REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995.

REFERENCIAS
1) Rosa, Ramón. Biografía de don José Cecilio del Valle Tipografía Nacional. Tegucigalpa, D.C., 1914.
2) Cartas de José Cecilio del Valle. Prólogo de Rafael Heliodoro Valle. Universidad Autónoma de Honduras, 1963.
3) Meléndez, Carlos. José Cecilio del Valle, Sabio Centroamericano, San José/ Costa Rica, 1985.
4) Oquelí, Ramón y Meléndez, Carlos. Escritos de José Cecilio del Valle. Una Selección. Organización de Estados Americanos, 1981.
5) Bumgartner, Louis E. José del Valle of Central América. Duke University Fres. Durham, North Caroline, E.U. A. 1963.
6) León Gómez, Alfredo. Diario Tiempo. San Pedro Sula.2 de julio de 1977: “Como Murió el Sabio José del Valle”.
7) REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995

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