La Muerte del Sabio José Cecilio del Valle
Dominicales 20 marzo, 2011
Por Rolando Zelaya y Ferrera
Durante muchos años la muerte de Valle
fue un evento final en los textos sobre la vida del insigne prócer, pero
en los años ´70 la misma se utilizó para tratar de degradar la imagen
del sabio haciéndolo pasar como un alcohólico a quién la vida le pasó
factura a su debido tiempo. En 1995, el Dr. Alfredo León Gómez,
especialista en Cardiología, Hospital “La Policlínica”, publicó un
interesante estudio sobre la muerte del insigne prócer que nos aclara
cualquier duda médica a la vez que desmitifica cualquier comentario
destructivo sobre la muerte del prócer. Presentamos a continuación la
recopilación de tan interesante trabajo, que volvemos a poner en las
manos de los hondureños interesados en la figura del Sabio de
Centroamérica, porque con estas investigaciones…Honduras Avanza.
Uno
de los capítulos más interesantes desde el punto de vista de la
medicina, en la vida de los grandes hombres de la América Central, lo
constituye la muerte del Sabio José Cecilio del Valle, el pensador más
sólido y acrisolado que han producido los países ístmicos en toda su
historia. Un verdadero adalid de la intelectualidad en los albores de la
Patria Grande, alcanzó las posiciones más altas dentro del medio,
llegando a ser electo presidente de Centro América en 1834, cargo que no
pudo ejercer al sorprenderle la muerte el dos de marzo de ese año.
Deseamos hacer un comentario analítico desde el punto de vista del
diagnóstico retrospectivo, a fin de determinar hasta donde sea posible
el origen y las causas de la muerte del Sabio Valle, hecho ocurrido
cuando esperaba tomar posesión de la primera magistratura de la nación
centroamericana. Don José del Valle acostumbraba visitar su hacienda La
Concepción situada a dieciocho leguas de la Ciudad de Guatemala donde
por lo regular permanecía desde el mes de diciembre hasta los primeros
meses del año entrante. Las elecciones ya se habían realizado pero
faltaba recoger todos los resultados electorales para hacer la decisión
definitiva, lo que tendría lugar en junio de 1834. El Sabio falleció
antes y nunca supo que había ganado las elecciones. Su muerte dio lugar a
la continuación del General Morazán en el poder.
Para analizar la muerte del prócer nos basamos en los testimonios
escritos de su hijo don José Bernardo Valle quien los escribió en 1878 a
pedimento del poeta cubano José Joaquín Palma, quien a su vez estuviera
fuerte- mente vinculado al Doctor Marco Aurelio Soto y al Doctor Ramón
Rosa, este último el principal biógrafo del Sabio. Citamos al Dr. Rosa
en la descripción de la muerte de Valle: “El 22 de febrero a las cinco
de la tarde fue repentinamente atacado de fuerte fatiga con hervor en el
pecho, mal del que nunca había padecido y que era de gravísimo
carácter, porque casi le impedía la respiración y podía producir una
asfixia. En fuerza de los solícitos cuidados de la familia, Valle tuvo
algún alivio, pero la enfermedad continuaba. El presbítero Mariano
Borjas, capellán de la familia, fue a Guatemala en busca del Dr. Quirino
Flores, médico de la casa. Flores llegó a la Concepción el día 25 y en
el acto oyó del paciente la relación de sus padecimientos, y de la
familia, las noticias relativas a las medicinas que se le habían
aplicado. El Dr. Flores no dio a la enfermedad de Valle la importancia
que tenía. Aplicóle algunos calmantes que no produjeron el resultado
apetecido. A pesar de esto, y de los encarecidos ruegos, y de la
consternación, y de las lágrimas de la angustiada familia, partió de la
hacienda el día siguiente, dirigiéndose a Sonsonate, en donde lo
esperaban asuntos importantes del Senado, del cual era individuo. Por
aquel tiempo las autoridades federales residían en el Estado de El
Salvador”.
Durante el mes de enero anterior el Sabio Valle había estado bien de
salud. Ya en febrero comenzó a quejarse de fatiga acentuada; el 22 se
produjo un episodio severo de disnea con sensación de asfixia y
angustia, lo cual obligó a solicitar los servicios del Dr. Flores. La
descripción de los síntomas anteriores corresponde evidentemente a una
insuficiencia ventricular izquierda aguda, desencadenada posiblemente
por un infarto de miocardio. La presencia de este cuadro en un hombre de
56 años, en quien no hay historia clínica de enfermedad reumática,
hipertensiva, de asma o de un proceso bronquial crónico, hace del
infarto un diagnóstico casi patognomónico.
Es evidente que el Dr. Quirino Flores no arribó a un diagnóstico
preciso, y no podía haberlo hecho porque para hacerlo era necesario
tomar un electrocardiograma, aparato que fue inventado alrededor de 70
años después, o sea a comienzos del presente siglo. Y sí no arribó a un
diagnóstico clínico fue también porque la descripción del cuadro
sintomatológico del infarto no fue reconocida sino hasta en 1912 por
Herrick en Chicago. La medicina de 1834, la que conocía el Dr.Flores, no
contemplaba ni los hallazgos electrocardiográficos, ni la descripción
magistral de Herrick, y mucho menos las determinaciones enzimáticas que
establecen con firmeza la presunción diagnóstica de la oclusión
coronaria. Y si el Dr. Flores no podía con seguridad sentar un
diagnóstico, mucho menos podía elaborar un pronóstico médico, que sigue
siendo extremadamente difícil aún en nuestros días, en que contamos con
tanto avance científico. En la enfermedad coronaria los pronósticos son
aún más intrincados y escabrosos, dada la índole caprichosa y enigmática
del padecimiento. Por lo general es bastante complicada la predicción
en esta entidad clínica.
Continúa el Dr. Rosa en su biografía: “La familia de Valle deseaba trasladarlo a Guatemala, y su deseo fue secundado por el voto del Dr. Flores. El día primero de marzo salió la familia de la hacienda, conduciendo al enfermo en una camilla arreglada de manera provisional. En la mañana llegaron a la hacienda “El Jute”, tres leguas distante de “La Concepción”. El enfermo sintióse muy aliviado, y en la familia renacieron las más lisonjeras esperanzas. Mas en la noche, inesperadamente, se agravó el mal del enfermo, manifestándose, en particular, su gravedad por un prolongado delirio. El sabio delirante hablaba sin cesar de la Casa de Moneda y del Jardín Botánico de México; después tomó por tema su repugnancia para admitir la Presidencia de Centro América, altísimo cargo para el que había sido electo…”
El cuadro de insuficiencia cardíaca izquierda se complicaba ahora con
el delirio nocturno, con la confusión, la desorientación y con
trastornos oníricos. Perturbaciones mentales e intelectuales son
frecuentes en los estados agudos de la insuficiencia cardíaca, sobre
todo cuando no se recibe un tratamiento adecuado con digitálicos,
diuréticos y sedantes. La reducción del gasto cardíaco trae aparejado
una disminución de la oxigenación cerebral y el consiguiente menoscabo
del aporte de glucosa, sodio, potasio y otros iones fundamentales para
el funcionamiento adecuado de la célula nerviosa.
Luego el Dr. Rosa afirma lo siguiente: “Pasó el delirio y vino una
ligera calma; pero después, en la madrugada, acometió al enfermo un
nuevo ataque de fatiga: Valle se asfixiaba. La familia, con redoblados
esfuerzos, logró calmarlo, y continuaron su marcha para la hacienda
“Corral de Piedra” distante doce leguas de la capital de Guatemala. Pero
a media jornada, y a escode las diez de la mañana del domingo dos de
marzo, en medio de una de las llanuras del camino, la camilla hizo alto:
Valle se moría; la enfermedad le asestaba su último golpe. Tuvo tiempo
de pedir los auxilios del confesor, y dijo entre otras cosas a su
capellán: “Padre, conozco que estoy ya en el último período de mi
existencia, y necesito de los auxilios espirituales, para devolver mi
alma al creador que me la dio”. La consternada familia rodeaba la
camilla.Valle, ya para morir, faltóle el habla; pero aún quedábale un
resto de vida en sus ojos que se apagaban…”
Hacia
las diez de la mañana, mientras se conducían por un llano polvoriento y
desolado, bajo los rigores del sol y la temperatura, con fuertes
ventarrones propios de la estación y la canícula, expuesto al resistero,
falleció rodeado de la familia y de los mozos de muías que lo
acompañaban. El cuadro clínico era dominado por la disnea, la ortopnea,
la fatiga, el delirio y la opresión precordial, todo lo cual
corresponde a un edema pulmonar agudo, que no es más que la
insuficiencia cardíaca izquierda en grado extremo. El origen de esta
condición no puede ser otro que la enfermedad isquémica coronaria y el
infarto miocárdico subsecuente.
Pensamos y somos de la opinión que la enfermedad reumática del
corazón puede excluirse con seguridad ya que no se conoce que el Sabio
Valle haya padecido de alguna forma de reumatismo o de enfermedad
crónica cardíaca. De haberla tenido se habría manifestado muchos años
antes en la edad juvenil. La enfermedad hipertensiva también puede
excluirse (aunque el esfigmomanómetro fue inventado en 1892 por
Riva-Rocci) ya que la insuficiencia izquierda de los hipertensos es de
evolución gradual y requiere varios años para su desarrollo. La historia
clínica puede también eliminar otros padecimientos de curso crónico,
como son el asma bronquial, las bronquitis crónicas, el enfisema, la
tuberculosis y otras entidades que afectan el pulmón y el árbol
respiratorio. Así también se puede excluir otras afecciones como la
pericarditis aguda y crónica, el derrame pericárdico, los derrames
pleurales y enfermedades del esófago, humorales y otras de curso
tórpido.
Desde un punto de vista puramente del diagnóstico diferencial la
causa de la muerte del Sabio Valle es el infarto del miocardio
complicado con insuficiencia cardíaca izquierda, en su grado mayor, el
edema del pulmón. Hay varios hechos que hacen pensar en esta condición y
desechar otras posibilidades: en primer lugar, Valle se encontraba
completamente bien en el mes de enero; en febrero comenzó a sentir
fatiga gradual que se acentuó hasta llegar el 22 en que se complicó la
situación. Es un hecho bien establecido que uno de los síntomas
premonitorios del infarto es la fatiga, que rivaliza en frecuencia con
el dolor precordial anginoso; este último aparentemente no lo presentaba
el paciente. En segundo lugar, el deterioro súbito de su estado general
con disnea intensa, ortopnea, de carácter gravísimo, que aparece en un
hombre de 56 años, es fuertemente sugestivo de un infarto del miocardio.
Esta condición se prolongó por diez días más hasta llegar a la muerte
el 2 de marzo. El cuadro clínico es el del edema del pulmón como
complicación a la trombosis coronaria.
Hay otros factores condicionantes de la enfermedad coronaria
isquémica que pueden identificarse en el caso de la muerte del Sabio
Valle. Estos factores condicionantes son numerosos en esta afección,
pero hay algunos que tienen la mayor importancia y se pueden determinar
con claridad en el suceso que comentamos: La personalidad del Sabio
Valle como primera condición predisponente. Desde 1956 se conocen dos
tipos de personalidad, la llamada personalidad tipo A, que se asocia
frecuentemente a la aparición de la enfermedad coronaria, y la tipo B en
la cual la afección es menos común. La primera, la tipo A se
caracteriza por conducta agresiva y obsesiva, por el perfeccionismo, la
presión del tiempo y del trabajo, por la competitividad y la voluntad de
lucha. Son individuos altamente productivos, enérgicos y con gran
capacidad para alcanzar posiciones cimeras. A veces la angustia, la
frustración y la amargura acompaña estas características psicológicas.
Es fácil comprender que la personalidad del Sabio Valle está
enmarcada dentro del tipo A y no en el tipo B que tiene otras
manifestaciones y en la cual el infarto es poco común. Otro factor
predisponente que debemos incluir como contribuyente en la enfermedad
del Sabio Valle es la ansiedad y la tensión emocional. Un ejemplo de
ello es la renuncia que hizo en 1826 del cargo de diputado al congreso
para el cual había sido designado por los departamentos de Guatemala y
Chiquimula. Dice así en su renuncia que transcribimos en parte: “Ha sido
constante la voluntad de los pueblos de Guatemala y Chiquimula en las
diversas elecciones en que se han servido distinguirme con sus
sufragios. Yo estoy penetrado de gratitud; y no cesaré de acreditarla
con mis pequeños servicios. Pero no puedo hacerlos ahora al congreso
donde soy llamado. Después de trabajos continuados sin interrupción en
México y en esta ciudad desde el año de 1821, mi salud ha sufrido el
quebranto que era natural. Un diputado digno de ser representante de los
pueblos, debe asistir todos los días a las sesiones de tres o más
horas, concurrir a comisiones de diversa clase, meditar asuntos de
distinta naturaleza, discutir cuestiones delicadas, sostener debates
acalorados, y llenar la expectación de los pueblos que han fiado a sus
trabajos lo más sagrado de sus derechos. Yo engañaría a la nación si me
presentara al Congreso como un hombre capaz de tamañas tareas. Hablo de
buena fe. No puedo fijar la atención en un asunto por mucho tiempo. Los
nervios empezaron a escocerme desde que empecé a sufrir temperatura más
fresca que la de la hacienda de donde he venido… No he rehusado jamás el
trabajo para el que he sido llamado… No lo permite mi salud… la
certificación que acompañó parece acreditarlo de modo decisivo”.
Al siguiente año se produjo otra renuncia para no integrar el
Congreso por motivos de salud. Es bueno recordar también que rehusó en
dos oportunidades el nombramiento como representante en Londres y países
europeos, y en 1831 tampoco accedió a aceptar la representación en
París aduciendo sufrir de cólicos nefríticos. Hay razones para
comprender que el Sabio Valle sufría de tensión emocional y que su salud
comenzó a resentirse desde 1826, ocho años antes del infarto fatal. Hay
que agregar que la nefrolitiasis que sufría puede ser la manifestación
de una gota, enfermedad metabólica que frecuentemente acompaña a las
enfermedades de la coronaria.
El sedentarismo, o sea la falta de ejercicio también contribuye como
factor predisponente a la aparición de la enfermedad coronaria. En el
caso del Sabio Valle es evidente que su trabajo de naturaleza
intelectual no le permitía mayor actividad física. Los grandes
caminadores sufren muy poco de esta enfermedad, al contrario de los
sedentarios que la padecen con frecuencia. Otro factor predisponente
importante que existía en el caso del Sabio Valle es el uso del tabaco.
Hacía uso del cigarrillo y del alcohol, aunque en cantidades moderadas.
En una carta que sus hermanas le enviaron desde Escuintla en 1822 le
dicen lo siguiente que es pertinente a lo que afirmamos: “Te remitimos
el frasco de aguardiente, dos botellas de vino y los cigarros”. Uno de
los factores más nocivos en el caso de la enfermedad coronaria es el
fumar cigarrillos. Se presenta por lo general en personas nerviosas
activas, con personalidad impetuosa y luchadora como es el caso del
Sabio Valle. Es pues indudable que el tabaquismo contribuyó a la
aparición de la enfermedad. De lo anterior podemos concluir que el
cuadro clínico presentado por don José Cecilio del Valle antes de su
muerte, es el de un infarto del miocardio, complicado por insuficiencia
cardíaca izquierda en su forma más grave que es el edema agudo del
pulmón. Esta entidad clínica se manifiesta con factores predisponentes
que estaban presentes en este caso, como son la personalidad tipo A; la
tensión emocional y ansiedad; el sedentarismo y por último el tabaquismo
que está debidamente demostrado. Todo ello es prueba de la enfermedad
coronaria que terminó con la vida del Sabio Valle, a edad relativamente
temprana.
Es así como en una calurosa mañana del primer domingo del mes de
marzo de 1834, en un camino desierto, yermo e inhóspito, en donde se
levantaban enormes nubes de polvo, y en donde el sol calcinaba con sus
rayos la humanidad de los caminantes, rodeado únicamente por su familia y
los arrieros, falleció el más grande pensador y erudito que hasta la
fecha ha nacido en Centro América: José Cecilio del Valle, más conocido
como el Sabio Valle, e hijo predilecto de la Villa de Jerez de la
Frontera de la Choluteca y de mis Reales Tamarindos.
Autor:
Dr. Alfredo León Gómez
Especialista en Cardiología, Hospital “La Policlínica”.
Tal como se publicó en la REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995.
Dr. Alfredo León Gómez
Especialista en Cardiología, Hospital “La Policlínica”.
Tal como se publicó en la REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995.
REFERENCIAS
1) Rosa, Ramón. Biografía de don José Cecilio del Valle Tipografía Nacional. Tegucigalpa, D.C., 1914.
2) Cartas de José Cecilio del Valle. Prólogo de Rafael Heliodoro Valle. Universidad Autónoma de Honduras, 1963.
3) Meléndez, Carlos. José Cecilio del Valle, Sabio Centroamericano, San José/ Costa Rica, 1985.
4) Oquelí, Ramón y Meléndez, Carlos. Escritos de José Cecilio del Valle. Una Selección. Organización de Estados Americanos, 1981.
5) Bumgartner, Louis E. José del Valle of Central América. Duke University Fres. Durham, North Caroline, E.U. A. 1963.
6) León Gómez, Alfredo. Diario Tiempo. San Pedro Sula.2 de julio de 1977: “Como Murió el Sabio José del Valle”.
7) REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995
1) Rosa, Ramón. Biografía de don José Cecilio del Valle Tipografía Nacional. Tegucigalpa, D.C., 1914.
2) Cartas de José Cecilio del Valle. Prólogo de Rafael Heliodoro Valle. Universidad Autónoma de Honduras, 1963.
3) Meléndez, Carlos. José Cecilio del Valle, Sabio Centroamericano, San José/ Costa Rica, 1985.
4) Oquelí, Ramón y Meléndez, Carlos. Escritos de José Cecilio del Valle. Una Selección. Organización de Estados Americanos, 1981.
5) Bumgartner, Louis E. José del Valle of Central América. Duke University Fres. Durham, North Caroline, E.U. A. 1963.
6) León Gómez, Alfredo. Diario Tiempo. San Pedro Sula.2 de julio de 1977: “Como Murió el Sabio José del Valle”.
7) REVISTA MEDICA HONDUREÑA – VOL. 63 – No. 3 – 1995
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