EL 15 DE SEPTIEMBRE DE 1821 CONCORDATO DE GUATEMALA
Dominicales 11 septiembre, 2011
Por: Rolando Zelaya y Ferrera.
Los
eventos del sábado 15 de septiembre de 1821 han pasado a nuestra
historia centroamericana como la fecha de la independencia, sin embargo,
una revisión detallada nos permite ver que en esa fecha también
iniciamos un proceso de 17 años para lograrla completamente.
HISTORIAS DE PATRIOTAS: Las reformas borbónicas y su legislación
vertical que impedía la corrupción y controlaba la producción en América
no fue del agrado de los españoles residentes en las Indias
Occidentales y más acostumbrados al tráfico de influencias y la
corrupción. Para 1818 era obvio que las cosas no cambiarían y la única
salida que encontraron estos poderosos fue separarse de España para
continuar el régimen colonial fuera de las manos del Rey. La única
alternativa entonces, era apoyar el movimiento independentista y
negociar con los criollos su apoyo, a cambio de permitirles introducirse
en el aparato de control político-económico de la elite Española. El
precio pareció poco comparado con las ganancias a obtener.
Bajo esta perspectiva, la inclusión de
militares de carrera aseguró un ejército organizado que opacó los
alzamientos de Morelos e Hidalgo en México; tan precisa fue la acción
militar que desde antes de tomar la ciudad de México, las comunicaciones
a la Capitanía General de Guatemala, Chiapas, Soconusco y los Altos
fueron enviadas para ser recibidas en el momento que ellos entraran a la
ciudad. Así las cosas, México comunico a España que el Virreynato de la
Nueva España era Independiente; para los españoles el Virreinato
comprendía México y Centroamérica, pero en América el Virreinato que se
independizó era solamente México, por lo que Centroamérica quedó en una
situación incómoda al no depender de España ni de México, sin estar
preparados para ello, sin haberlo pedido y sin haber luchado por ello.
La posibilidad de la independencia llego a Centroamérica de forma
accidental.
El viernes 14 de septiembre de 1821 llegaron a Guatemala los
documentos con la noticia de la separación de Centroamérica del Reino
Español desde Chiapas. Los documentos fueron llevados inmediatamente al
jefe político Brigadier Gabino Gaínza, quien se dirigió al ayuntamiento,
(con la sorpresa que también ahí ya tenía el folio José Antonio
Larrave), donde se determinó realizar una reunión al día siguiente a las
ocho de la mañana. La noche del 14 de Septiembre de 1821, la gente se
amotinó en las calles de Guatemala, marchando y gritando “¡Independencia
o muerte!”. Toda la noche duró aquella agitación popular.
El sábado 15 de Septiembre, grandes multitudes ocuparon el Palacio de
los Capitanes Generales hasta abarrotarlo. Todo el mundo a una voz
gritaba: “¡Viva la Independencia!”. Se inició la junta sin mayor retraso
a puerta abierta en el Real Palacio, con la participación de unas 50
personas dentro del salón. Pero en la antesala, el corredor, el patio,
portales exteriores y en la plaza se reunieron más ciudadanos. Ya
establecida la reunión con las máximas autoridades, lo primero que se
hizo fue darle lectura a los documentos y después se escuchó la opinión
de los asistentes. Al retirarse las autoridades, las personas quitaron
de la pared el retrato del rey Fernando VII. En la plaza, también
derrocaron la estatua de Carlos III y otro grupo se dirigió al
ayuntamiento para retirar los retratos del monarca español.
Apremiado por los diferentes sectores de la sociedad, Gaínza abrió la
sesión de cabildo abierto para consensuar el derrotero a seguir. Don
Jose del Valle, Auditor de Guerra, serviría como moderador a fin de que
el secretario tomara nota de aquellas ideas y propuestas que arrojaran
luz sobre que hacer en tan inesperadas circunstancias. El General Gabino
Gaínza, rodeado de todas las autoridades, después de ordenar que se
leyeran los documentos sometió a discusión el asunto, sobre si las
provincias deberían ser declaradas independientes de España o no. José
Cecilio del Valle, fue el primero que no se pronunció a favor de la
independencia por ser provincias “sin experiencia alguna en los asuntos
de gobierno…ayer ordeñaban vacas y hoy quieren regir pueblos”. En ese
momento las discusiones giraron en torno al momento en que debían
independizarse. José Cecilio del Valle, un hondureño que sentía
debilidad por el periodismo y publicaba en el periódico “El Amigo de la
Patria”, estaba de acuerdo con la independencia “a su debido tiempo”
pero dado que era uno de los pocos que disentía, propuso una consulta
con el resto de provincias, debido a que en la reunión únicamente estaba
la representación de Guatemala.
Otros en cambio como doña Dolores Bedoya de Molina había realizado
toda una serie de preparativos, para festejar con cuetes y música, una
vez que se declarara la independencia. Como la reunión en el palacio se
extendió mucho y la independencia se dio, las señoras aburridas de los
ánimos de los patriotas, de inmediato comenzaron a gritar aupando al
pueblo reunido en la plaza para que les hiciera eco. Los señores que
discutían el asunto de la libertad, al escuchar los cohetes y los gritos
de la gente, creyeron que se trataba de un levantamiento y entonces se
apresuraron a proclamar libertad para Centroamérica. La señora de
Molina, sin proponérselo, se constituyó en líder de aquel último
movimiento que aceleró la proclamación de la independencia. De
inmediato, entre los gritos y el entusiasmo del pueblo, José Cecilio de
Valle redactó el documento de independencia fijando para el día 16 de
Septiembre la juramentación de los funcionarios y empleos. Valle y el
secretario organizaron todas las ideas en un documento que en su inicio
se le denomino Concordato de Guatemala y que termino ese mismo día por
llamarse Acta de Independencia, en una clara manipulación política
producto del temor de las élites hacia la reacción del pueblo de
Guatemala. Debido a las distancias y los malos caminos, las copias del
acta de septiembre 15, tardaron en llegar a los diferentes lugares de
antiguo Reino de Guatemala, a Costa Rica por ejemplo, llegaron hasta
principios de Octubre.
Así inicia una nueva etapa de la vida independiente de las
provincias, aunque desde el punto de vista particular cada una de las
actuales Repúblicas de Centroamérica no se alcanzó de manera definitiva
la forma política que hoy representa. Al concretarse la independencia
centroamericana, solamente le quedaban tres opciones a la naciente unión
de provincias: primero, conservar la unidad de las provincias; segundo,
independizarse en naciones bien definidas; o tercero, anexarse al
Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide. La noticia de la independencia
desconcertó a la mayoría de los grupos conservadores en las distintas
provincias y ayuntamientos de Centroamérica. La preocupación de los
sectores conservadores se tranquilizó cuando las autoridades de
Guatemala recibieron una carta de Iturbide, quien se había proclamado
Emperador de México, invitando a Centroamérica a unirse al imperio.
DOCUMENTO: ¿Qué dice el documento del 15 de septiembre de 1821? Conózcalo usted:
“PALACIO NACIONAL de Guatemala, 15 de septiembre de 1821. Siendo
públicos e ineludibles los deseos de independencia del Gobierno Español
que por escrito y de palabras ha manifestado el pueblo de esta capital:
recibidos por el último correo diversos oficios de los Ayuntamientos
constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican
haber proclamado y jurado dicha independencia excitan a que se haga lo
mismo en esta ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a
otros ayuntamientos: determinado de acuerdo con la excelentísima
diputación provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los señores
individuos que diputasen la Excelentísima Audiencia Territorial, el
venerable señor Deán y Cabildo Eclesiástico, el Excelentísimo
Ayuntamiento, el muy Ilustre Claustro, el Consultado y el muy Ilustre
Colegio del Abogados, los prelados regulares, jefes y funcionarios
públicos congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios
expresados: discutido y meditado completamente el asunto; y oído el
clamor de “¡Viva la Independencia!” que repetía de continuo el pueblo
que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala
de este Palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del
Excelentísimo Ayuntamiento:
1º.- que siendo la Independencia del Gobierno español la voluntad
general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine
sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe Político la
mande publicar para prevenir las consecuencias que serian temibles en
caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.
2º.- que desde luego se circulen oficios a las provincias, por
correos extraordinarios, para que sin demora alguna se sirvan proceder a
elegir Diputados o Representantes suyos, y éstos concurran a esta
capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y
fijar, en caso de acordarla, al forma de gobierno y ley fundamental que
debe regir.
3º.- Para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo
las mismas juntas electorales de provincia que hicieron o debieron hacer
las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.
4º.- que el número de estos Diputados sea en proporción de uno por
cada quince mil individuos sin excluir de la ciudadanía a los
originarios de África.
5º.- que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo
presente los últimos censos, sirvan determinar, según esta base, el
número de Diputados o Representantes que deban elegir.
6º.- Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan
hacerlas elecciones de modo que, el día 1º de marzo del próximo año de
1822, estén reunidos en esta capital todos los Diputados.
7º.- Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades
establecidas, sigan éstas ejerciendo sus atribuciones respectivas con
arreglo a la constitución, decretos y leyes, hasta que el Congreso
indicado determine lo que sea más justo y benéfico.
8º.- Que el señor Jefe Político, Brigadier Don Gabino Gaínza,
continúe con el Gobierno Superior político y militar; y para que éste
tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una
Junta Provisional Consultiva, compuesta de los señores individuos
actuales de esta Diputación Provincial y de los señores Don Miguel
Larreynaga, Ministro de esta Audiencia; Don José del Valle, Auditor de
Guerra; Marqués de Aycinena; Doctor José Valdés, Tesorero de esta Santa
Iglesia: Doctor don Angel María Candina; y Licenciado don Antonio
Robles, Alcalde 3º Constitucional: el primero, por la provincia de León,
el segundo, por la de Comayagua, el tercero, por Quezaltenango, el
cuarto, por Sololá y Chimaltenango, el quinto, por Sonsonate y el sexto,
por al Ciudad Real de Chiapas.
9º.- Que esta Junta Provincial consulte al señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y gubernativos de su atención.
10º.- Que la religión Católica, que hemos profesado en los siglos
anteriores y profesaremos en lo sucesivo se conserve pura e inalterable,
manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre
a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y
regulares, y protegiéndoles en sus personas y propiedades.
11º.- Que se pase oficio a los dignos prelados de las Comunidades
religiosas para que cooperando a la paz y al sosiego, que es la primera
necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan
que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que
estando unidos en el sentimiento general de independencia, deben estarlo
también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen
los ánimos y producen funestas consecuencias.
12º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la
conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para
mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.
13º.- Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo
notorio a la faz de todos, los sentimientos generales del pueblo, la
opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de este
Gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en
manos del señor Alcalde 1º, a pedimento del pueblo, el juramento de
Independencia y fidelidad al Gobierno Americano que se establezca.
14º.- Que igual juramento preste la Junta Provisional, el
Excelentísimo Ayuntamiento, el Ilustrísimo señor Arzobispo los
Tribunales, Jefes Políticos y Militares, los prelados regulares, sus
comunidades religiosas, jefes y empleados en las rentas, autoridades,
corporaciones y tropas de las respectivas guarniciones.
15º.- Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo
Ayuntamiento disponga la solemnidad y señale el día en que el pueblo
debe hacer la proclamación y juramento expresado de Independencia.
16º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una
medalla que perpetúe en los siglos la memoria del día QUINCE DE
SEPTIEMBRE DE MIL OCHOCIENTOS VEINTIUNO, en que Guatemala proclamó su
feliz Independencia.
17º.- Que imprimiéndose esta Acta y el Manifiesto expresado se
circule a las Excelentísimas diputaciones provinciales, ayuntamientos
constitucionales y demás autoridades eclesiásticas regulares, seculares y
militares para que siendo acordes en los mismo sentimientos que ha
manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.
18º.- Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con asistencia de la Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería y tres días de iluminación.
18º.- Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con asistencia de la Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería y tres días de iluminación.
Palacio Nacional de Guatemala, Septiembre quince de mil ochocientos veintiuno.
Gabino Gaínza, Antonio García Redondo, Francisco de Paula Vilches,
Mariano Gálvez, José Matías Delgado, Miguel Larreynaga, Tomás O`Horán,
Serapio Sánchez, José Francisco Córdova, Santiago Milla, José Antonio
Larrave, Mariano de Aycinena, Antonio Rivera Cabezas, Isidoro del Valle y
Castriciones, Pedro Molina, Francisco Barrundia, Pedro de Arroyave,
Mariano Beltranena, Angel María Candina, José Mariano Calderón, Manuel
Antonio Molina, José Domingo Diéguez, Secretario y Lorenzo Romaña,
Secretario.
ANÁLISIS DEL ACTA DE 1821: Este es el documento que jamás ha sido
pensado públicamente, aunque ha sido y es mencionado de manera
grandilocuente, es referido a la Patria, pero no a las condiciones
políticas e históricas, no es trabajado con referencia a los intereses
de los protagonistas que lo concibieron, redactaron y aprobaron; en fin,
el acta ha sido despojado de su valor histórico propio, y en
consecuencia, ha sido enterrado y soterrado, hasta ahora.
En el documento se refleja la actuación de dos partes enfrentadas y
con diferentes intereses y protagonismos: por un lado, los funcionarios
del poder colonial, que maniobran contradictoriamente entre sí, y por
otro lado, el pueblo de la ciudad de Guatemala que presiona, realmente,
por una real independencia de España. En el bloque de los funcionarios
estaban los que no querían la independencia de España, los que estaban
dispuestos a firmar un acta de independencia para anexionarse después al
Virreynato de Nueva España (México), y en el caso de los criollos de
San Salvador, los que querían, sobre todo, los que querían sacudirse el
predominio económico de los criollos de Guatemala sobre la provincia de
San Salvador.
Vistas las cosas así, resulta que los hombres reunidos el 15 de
septiembre de 1821, en el Palacio Nacional de Guatemala, no eran
rigurosamente independentistas frente a la metrópoli española, y que los
verdaderamente independentistas eran el pueblo que estaba en la calle
exigiéndola a gritos, y metiéndoles miedo a los señores que vacilaban al
interior del palacio. Esta lógica es la que explica el texto del acta,
porque como sabemos, para interpretar un texto hay que conocer su
contexto, y en este caso su contexto histórico. El acta en referencia
puede dividirse en 5 partes, y en sus 18 numerales encontramos una
atención al Congreso que, posteriormente, en el mes de marzo de 1822,
determinaría la independencia de España.
Esto quiere decir que el 15 de septiembre no es la fecha definitiva
de la independencia. Luego viene la parte que va del número 7 al 9, en
donde se establece claramente que se trata de una independencia sin
independencia, o una especie de cambio pero sin cambio.
La tercera parte, que va del número 10 al 11, establece el poderío de
la iglesia católica, en tanto que el número 12 es el texto que
garantiza el orden y tranquilidad, y del 13 al 18, se establece el
protocolo y los actos oficiales correspondientes.
En el número 1 del documento encontramos la confrontación histórica
real de la coyuntura de 1821. El texto dice que la independencia debe
ser pública “para prevenir las consecuencias que serían temibles en el
caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Aquí encontramos el
sentido excluyente de este texto y la voluntad política de quienes lo
redactaron o firmaron. Lo cierto es que revela la existencia de la
confrontación real entre los sectores populares realmente
independentistas y la de los funcionarios y miembros de las elites
políticas y económicas que consideraban que era necesario evitar que el
pueblo hiciera en realidad la independencia, porque en ese caso, dicen
los señores en su texto, que las consecuencias serían temibles.
A continuación, y confirmando que el acta del 15 de septiembre no era
el documento definitivo, se pasa a organizar la convocatoria al
Congreso que el siguiente año, 1822, debía decidir “el punto de
independencia general y absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma
de gobierno y ley fundamental que deba regir”.
En los siguientes numerales se desarrolla el procedimiento de
convocatoria; mientras tanto, el Brigadier Gabino Gaínza, funcionario
español, nombrado por España para gobernar la Capitanía General de
Guatemala, dice el texto, “continúe con el gobierno superior político y
militar”, es decir, que no hubo ninguna independencia, y mas bien fue
una maniobra para aplacar las exigencias populares y ganar tiempo para
sus intrigas palaciegas. Pero, además, los señores disponen formar “una
Junta Provisional Consultiva” para que el gobierno continuista de Gaínza
“tenga el carácter que parece propio de las circunstancias”. Por si
esto fuera poco, ocurre que esta Junta Provisional Consultiva, que debía
ser consultada por Gaínza, es la que debía consultar al señor jefe
político “en todos los asuntos económicos y gubernativos”. Esto quiere
decir, ayer, hoy y siempre, que estos no eran independentistas, y no
tenían interés en romper con la metrópoli.
La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los
acontecimientos y el texto le asegura el monopolio de esta fe, los
cargos ocupados y, además, a los ministros eclesiásticos seculares y
regulares les garantiza protección “en sus personas y propiedades”, y se
les da la tarea política de sofocar la pasión independentista del
pueblo para que no se dividan los ánimos y no se produzcan “funestas
consecuencias”.
En esta parte, el texto llega a ser perverso y antipopular y nos muestra el miedo profundo que se le tenía al pueblo independentista, al que había que controlar mediante la fuerza y el trabajo ideológico de la iglesia católica. Lo que sigue en el documento hasta el número 18 es el protocolo de la ocasión. Hay que hacer notar que en el número 13, Gabino Gaínza debía publicar un manifiesto informativo de lo que se había hecho, pero sin una fecha concreta para hacerlo.
En realidad, el acta de independencia del 15 de septiembre de 1821,
debe ser tratado históricamente, y debe ser salvado en esa calidad,
pensado, estudiado, discutido, en su contexto histórico, para revelar la
lucha política, los intereses enfrentados y el papel del pueblo y las
elites, dentro de la coyuntura. Es necesario romper, desde abajo y desde
arriba, el silencio sobre este documento, para poner en su sitio, desde
las diferentes visiones e intereses actuales, el pasado histórico, de
manera de encontrar ahí las pistas que necesitamos para enfrentar y
resolver nuestros problemas actuales.
El mayor fracaso histórico que se engendraba en 1821 era que Centroamérica, como realidad política, necesaria, vital e imprescindible, actualmente, no estaba apareciendo en las cabezas, en los bolsillos y en los propósitos de las fuerzas, personas e intereses, reunidos en el Palacio Nacional de Guatemala, y hasta hoy, 5 pequeños, pobres y atrasados países, se debaten entre la miseria de los pueblos y la opulencia ofensiva de los dominadores.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.historiadehonduras.hn/Investigaciones/IndependenciadeHonduras.htm
http://www.historiadehonduras.hn/Historia/Independiente/acta_de_independencia.htm
FACEBOOK: http://www.facebook.com/pages/Historia-de-Honduras/
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