LA VIRGEN DE SUYAPA
Dominicales 5 febrero, 2012
En
el mes de febrero el catolicismo hondureño conmemora el hallazgo de la
Virgen de Suyapa. El historiador Juan B. Valladares R., en sus
investigaciones que le permitieron escribir en 1946 el libro sobre este
suceso religioso, logró establecer que la pequeña imagen de la
Inmaculada Concepción de Suyapa fue encontrada en una despejada noche de
un sábado del mes de febrero de 1747 en un sitio boscoso de pinos
mientras el joven Alejandro Colindres y el niño Lorenzo Martínez
decidieron pernoctar después de las fatigosas tareas en un sitio de la
montaña de El Piligüín y cuando se dirigían a su lugar de domicilio, la
aldea de Suyapa de donde eran originarios. En la oscuridad de la noche,
Alejandro Colindres no se percató de la imagen tallada en madera oscura y
que en repetidas veces le ocasionaba molestias al disponerse a colocar
su cabeza sobre el yagual que los labriegos antes terciaban alrededor de
su cintura para múltiples usos y que en casos de esta naturaleza
utilizaban como almohada. Lo que él consideró esa noche como un estorbo
para poder dormir, lo guardó en su alforja y a la mañana siguiente se la
entregó a su madre Ana Caraballo y a su hermana Isabel Colindres. El
relato que hizo Alejandro del hallazgo se consideró como una revelación
milagrosa como la que había experimentado en el Tepeyac mexicano el
indígena Juan Diego con la Virgen de Guadalupe y en la aldea circuló la
noticia como la portentosa bendición de Dios a los habitantes del
poblado y nativos que trabajaban la tierra y servían en las estancias
próximas donde se criaban ovejas y ganado vacuno.
Pequeña, de apenas seis y medio centímetros de alto, la imagen de la
Inmaculada Concepción de María, tallada en madera de cedro, cabía en la
mano del niño Lorenzo. Su rostro ovalado con facciones de una mujer
indígena, con ojos grandes, boca diminuta contrastando con su nariz
respingada, se enmarcan en una larga cabellera negra que cae hasta los
hombros a la altura de la capa azul oscuro tachonada de diminutas
estrellas doradas, saliendo en la parte frontal sus pequeñas manos
entrelazadas en acción de oración. Isabel Colindres se encargó de cuidar
la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción en su casa de habitación
lugar al que acudían muchas personas a orar y a pedirle a la Virgen que
curara sus padecimientos y su interseción ante Dios para aliviar sus
penas. Muchos fueron los que recibieron las bienaventuranzas de Santa
María de Suyapa y pronto sus acciones milagrosas se divulgaron por la
comarca incluyendo a los vecinos del Real de Minas lo que motivó a
Isabel Colindres para destinar en su hogar una pieza más amplia donde se
levantó un pequeño altar que siempre permanecía adornada con fragantes
flores e iluminado con velas de cera de castilla.
El gran milagro de la Virgen de Suyapa surge cuando el capitán Joseph
de Celaya, mayordomo de la hacienda San José de El Trapiche, padeciendo
del entonces llamado “mal de piedras” (cálculos en la vejiga) manda a
que le lleven a su lecho a la milagrosa imagen ya que los brebajes y los
medicamentos que le aplicaban no le representaban mejoría alguna.
Desesperado por los intensos dolores, el Capitán de Celaya le prometió a
la Virgen que si lo curaba de aquel tormento que sufría, le construiría
una ermita en la aldea y a sufragar misas en su honor durante todo el
año. Al siguiente día de la visita de la Virgen a El Trapiche, el señor
Celaya expulsó las piedras que le martirizaban y aquel milagro se
divulgó entre los vecinos del lugar, entre los pobladores del Real de
Minas de Tegucigalpa y el prodigio fue revelado en detalles a las
autoridades eclesiásticas de Honduras.
Cumpliendo en parte su promesa y con las aportaciones de muchos
creyentes se construyó la ermita en 1780 en un predio donado por el
señor Bernardo Fernández dueño de la hacienda, levantando las paredes de
adobe alineadas sobre cimientos de piedra acarreada del cerro de Coyapa
nombre original de la aldea. La ermita sólo tenía una entrada dirigida
hacia el poniente y tres ventanas, una sobre la puerta principal y dos
laterales en la proximidad del altar mayor que servía para iluminación
durante las horas del día. Su techo era de tejas que descansaban sobre
un artesón de dos aguas que se cerraban con limatones en el lugar
destinado al retablo principal donde se colocaría el trono de la virgen.
La pequeña iglesia no contaba con un campanario y los laboríos
habilitaron un travesaño sostenido por dos horcones para colgar una
pequeña campana que al ser golpeada por el badajo servía para llamar a
los fieles a los actos litúrgicos en los días de fiesta. Habiendo salido
de la casa de los Colindres, la ermita era el humilde hogar de la
milagrosa Virgen, que como bien decía Rafael Heliodoro Valle se había
levantado como el palacio de adobes para la Reina Celestial, con piso de
tierra que se alfombraba con el oloroso pino tapiscado.
La devoción de los fieles permitió que la Cofradía fuera obteniendo
los fondos para hacer varios cambios en el templo incluyendo un
campanario de madera construido en 1889 que fue destruido por el
temporal de octubre de 1906, el mismo que hizo crecer el Río Grande para
llevarse dos arcos del Puente Mallol. Fue hasta 1913 que el cura
párroco don Santiago Zelaya logró obtener fondos que destinó para
levantar cornisas en los laterales, reforzar la viejas paredes de adobe y
cambiar el frontispicio de la ermita construyéndole dos capillas
laterales que le dieron al templo la forma de una cruz latina,
procediendo al enladrillado desde la entrada hasta el retablo donde se
colocó el camarín de madera tallada con motivos dorados que por muchos
años fue el sitio de honor de la Virgen de Suyapa una vez que se le
colocó la capa de oro y plata que la cubría totalmente y que constituye
la imagen conocida por los hondureños. La ermita cambió totalmente y en
1924 se habilitó en la parte de enfrente como especie de atrio y a sus
alrededores un área a la que se le dio un revestimiento de ladrillos
para que los visitantes al templo esperaran cómodamente su ingreso al
templo que resultaba insuficiente para acomodar a los miles de creyentes
que visitaban a la Virgen. Su exaltación como patrona de Honduras la
hizo Su Santidad el Papa Pío XI en 1925 siendo Arzobispo de Tegucigalpa
Monseñor Agustín Hombach prelado que decretó ese año como su día el 3 de
febrero ya que antes, desde su hallazgo hasta 1924 la festividad de
Suyapa se celebraba el día de la Virgen de la Candelaria el 2 de
febrero.
El 12 de abril de 1936, el catolicismo fue sorprendido con la noticia
que la imagen de la Virgen de Suyapa había sido robada del templo.
Conmovida la feligresía, autoridades eclesiásticas y policiales se
dieron a la tarea de buscar a la patrona espiritual de los hondureños y
al día siguiente, vecinos de Sipile dieron cuenta que una enferma mental
llamada Dolores Chávez Corpeño la tenía en su poder en su humilde casa
de aquel barrio de Comayagüela. La demente logró quedarse la noche
anterior en el santuario, rompió el vidrio del dorado camarín, substrajo
la imagen y se la llevó a su casa. Encontrada le fue entregada al cura
párroco de la Catedral quien expuso en el altar principal a la Virgen
hasta el día 19 de abril cuando en procesión fue llevada nuevamente a su
Santuario en la aldea de Suyapa. Otro robo de la imagen se produjo en
1982 cuando delincuentes se introdujeron a la iglesia, se llevaron a la
Virgen, la despojaron de sus ricas vestimentas y su corona de oro y
temerosos por la indignación popular la fueron a depositar en horas de
la noche envuelta en papel periódico en un sanitario del Merendero Don
Pepe en el centro de la ciudad. Su propietario, don José Barroso una vez
que constató el hallazgo, la entregó en el Palacio Arzobispal a
Monseñor Héctor Enrique Santos titular de la Arquidiócesis de
Tegucigalpa quien días después la llevó nuevamente a su santuario.
En 1943, el Administrador Apostólico del Arzobispado de Tegucigalpa
Monseñor Emilio Morales Roque acordó, dispuso y mandó que se construyera
el nuevo Santuario Nacional para la Patrona de Honduras integrando una
junta por construcción nominándose para tal fin a los presbíteros
Basilio Gómez, Ramón Salgado, Alonzo Tejada, Ramón Bonilla, Rafael
Moreno Guillén y José B-Carranza y como tesorero al ciudadano P.M. don
Donato Díaz Medina. Monseñor Morales Roque traspasó a la Junta la
escritura mediante la cual la familia Zúñiga-Inestroza donaba el terreno
para que en él se erigiera el nuevo santuario y le otorgó las
facultades para recaudar fondos, contratar diseñadores y todo lo
concerniente a la construcción del nuevo santuario al que muchos
indebidamente llaman basílica. La labor fue muy larga pero en el camino
se identificaron con el proyecto personas como doña Laura Vijil de
Lozano y un grupo de damas e instituciones que prestaron su decidido
apoyo para que el nuevo Santuario sustituyera a la vieja ermita que se
levantó en 1780. A este hermoso templo llegó el 8 de marzo de 1983 Su
Santidad Juan Pablo II para rendir su tributo y devoción a la Madre de
Jesucristo oficiando una misa concelebrada con el Arzobispo capitalino
Monseñor Héctor Enrique Santos y el Obispo Auxiliar Monseñor Oscar A.
Rodríguez. La Virgen de Suyapa es el símbolo de fe de los católicos
hondureños y de muchos extranjeros que por esta época viajan a
Tegucigalpa para visitar a la Patrona de los hondureños que en 1969 fue
declarada Capitana de las Fuerzas Armadas de Honduras. Como todos los
años, la feligresía hondureña celebrar el dos de febrero un
aniversario más del hallazgo de la milagrosa morenita de Suyapa.
1. Valladares y Valladares, Nahúm, Virgen de Suyapa, en Teguz del Recuerdo, Diario La Tribuna, 3 de febrero 2005.
2. Valladares, Juan, Apuntes para una historia de la virgen de Suyapa, inédito.
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Señor Bernardo Fernández??? Incorrecto. Lo donó el señor Bernardo Inestroza.
ResponderEliminarCorrect. It was Bernardo Inestroza's, however, keep in mind that said land could have belonged at one time to his wife's family (Maria G Reconco Dad was Bernardo Fernandez Reconco). Essentially passed down.
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